Anya es una joven atrapada en un mundo terrible, a causa de la vida que ha llevado su padre por años. A pesar de eso, había desarrollado una fría calma y mucha inteligencia para sobrevivir, buscando no depender de nadie. Pero muy pronto, su vida dará un giro imprevisto, para descubrir no sólo secretos de su pasado, si no también la posibilidad de salvarse para siempre si logra encontrar un tesoro incalculable. Mikhail era despiadado, forjado por un pasado sumido en el lodo de la pobreza. El amor es lo último que necesita, aunque es codiciado por muchas mujeres, no hay lugar en su corazón para nadie, excepto una niña que lo dejó marcado... y escalar en la organización mortal a la que pertenece. Un secreto inesperado y varios enemigos en común, terminarán entrelazando sus vidas, arrastrándolos a la aventura y la pasión... demasiado cerca de la muerte.
Leer másMikhail estaba de un pésimo mal humor esa noche, a pesar de que fuera de esa oscura habitación dentro del bar de uno de sus contactos locales se podían oír música, voces alegres y risas.
Había tenido que hacer un viaje repentino y fugaz a una región perdida de su país natal, que le traía malos recuerdos, para resolver en persona un "problema".Uno de esos problemas con forma humana, imprudentes y de lengua ágil, demasiado ágil como para saber estarse quieta y sin hablar cuando debía.No toleraba el lugar, pero seguía órdenes.Y al fin y al cabo, toleraba aún menos la traición.Deseaba terminar rápido con ese mal trago, salir de ese hoyo y regresar a su hogar en avión para acostarse con alguna de sus amantes y sacudirse esa pesadumbre de la nostalgia.Anya se movía con habilidad de "barwoman", adquirida con la práctica de la necesidad, en la barra del bar en el que trabajaba, en una noche tan corriente como todas las de las últimas semanas. No ganaba mucho, pero era lo suficiente para pagar parte de los gastos, y no necesitaba un título de física nuclear para servir copas a unos cuantos sujetos ebrios.Por lo general, ninguno se propasaba con ella, que se vestía lo más cubierta que podía para evitar el acoso. Ya tenía malas experiencias de su pasado, como para sumar algo más.Sin embargo, no era fácil ocultar un físico como el suyo.Por las venas de la joven corrían ríos de sangre guerrera y poderosa, algo que se evidenciaba en un cuerpo alto pero ágil, con curvas generosas a pesar de la escasez de recursos y un cabello negro con rulos singulares, que ocultaba en un rodete en su nuca.Evitaba mirar a los ojos a sus clientes, para no evidenciar el azul profundo que brillaba en sus pupilas. Por eso, pese a estar bajo techo y en un lugar cálido, Anya vestía pantalones negros, chaqueta de mangas largas y una gorra.Eso solía ser suficiente para que la atención de los clientes se concentrara en las mujeres que se movían con sensualidad en un escenario desvencijado, y por unos pocos billetes.Uno de los clientes, que había bebido en exceso, un vodka tras otro como si fuera una esponja, se puso particularmente molesto cuando Anya estaba ocupada en servir a otro hombre, así que en un rapto de violencia, se arrojó por encima de la barra, tomó el contenido de una coctelera y se la arrojó a la sorprendida joven, antes de ser duramente reprimido por un par de guardias.Ella suspiró.-Genial, ahora apesto a alcohol y la chaqueta es un desastre, no puedo seguir así, tendría que ir a cambiarme a casa.Se volteó en todas direcciones buscando a su jefe, pero no lo encontró, así que dejó un momento su puesto.-Ilya, por favor, vigila la barra unos segundos, tengo que quitarme este desastre. Buscaré al jefe, a lo mejor hay alguna chaqueta olvidada que pueda usar…El guardia asintió recio, mientras ella buscaba en las habitaciones al dueño del bar, quitándose la chaqueta en el camino, intentando sacudirla.Era raro que no estuviera en su oficina ni en el cuarto de empleados, hasta que escuchó voces provenientes del depósito y se acercó allí.Pero no estaba preparada para lo que vería a continuación.En medio del cuarto, un hombre hecho añicos estaba sentado sobre una silla, rodeado de un charco rojo que parecía crecer a cada segundo. Ella apartó la vista enseguida del desagradable cuadro, para toparse con una imagen tal vez más impactante.De pie, al lado de su víctima y con un cuchillo en la mano, un hombre alto de ojos grises y cabello rubio como el sol, la observaba con una expresión feroz en su rostro tostado y de rasgos algo caninos pero armónicos y sensuales.Anya no lograba decidirse entre sentir excitación o pánico, hasta que lo escuchó hablar y ganó lo último.-Sujeten rápido a la mujer. Hay que eliminarla.El jefe de la joven, agazapado en las sombras, con el rostro pálido por lo que había presenciado en la última media hora, decidió intervenir.-Señor, le aseguro que Anya es de confianza, no le dirá nada a nadie, es discreta y trabajadora. Sabe cuándo quedarse callada.Con una sonrisa sarcástica, Mikhail miró al hombre casi moribundo a su lado antes de decir:-A diferencia de este imbécil…Luego fijó su vista en Anya, que ya estaba con dos de los subordinados aferrándola. Una chaqueta húmeda de tela vaquera oscura colgaba de su mano. Vestía unos pantalones negros, ceñidos a unas caderas onduladas y deseables, y una camiseta también negra, sin mangas, que dejaba adivinar uno pecho amplio y brazos fuertes. Sin embargo, el hombre se fijó en sus ojos, de un azul irreal, familiares…Ella estaba congelada, dejando que la mirada de ese hombre brutal la recorriera de arriba a abajo… había algo en él que la atraía como un imán.El olor metálico de la sangre a sus pies, en contraste con el costoso traje negro, la barba perfectamente recortada y el cabello impecable.Estaba aterrada, pero podía sentir cómo una sensación extraña se apoderaba de su cuerpo.-De acuerdo… Anya. Al parecer hoy no es el día de tu muerte. Espero que seas lo suficientemente inteligente como para no abrir esa linda boquita que tienes. Ya has visto lo que pasa con los que hablan de más. - pero al mirarla otra vez, atraído por ella, agregó relamiéndose-. Aunque tal vez contigo podría ser… diferente.Un escalofrío la recorrió a lo largo de su columna vertebral. No podía hablar.Entonces su jefe intervino por ella:-No dirá nada, señor. Se lo aseguro. No le agrada meterse en problemas…Anya carraspeó, y por fin pudo decir algo:-No… no diré nada… a nadie.El hombre sonrió:-Bien, Anya… vete a casa.Ella miró a su jefe, que asintió con la cabeza.-Está bien, vete ahora.Con las piernas aún temblando por el miedo, la mujer salió del bar por la puerta trasera y desapareció por las calles vacías de la noche.Eran dos horas más temprano que su horario de salida habitual, por lo que no la esperaban en su casa, donde vivía con su padre y su hermana menor, Sonya, una niña de diez años que dormía mientras Anya se esforzaba por conseguir dinero para sus importantes medicinas.Sin anticipar su llegada, su padre, que discutía acaloradamente con su amigo, se quedó en silencio apenas la vio, haciéndole señas a su interlocutor.Chekov, se giró para mirarla, con visible fastidio.-Llegas temprano, hija.Ella miró a los dos hombres, tratando de comprender lo que había sucedido.-Mi jefe me permitió salir antes, tuve un problema con un cliente, y se me mojó la chaqueta.Su padre le sonrió.-De acuerdo.Chekov se despidió.-Me iré… pero volveremos a hablar.-Adiós, amigo.En cuanto se fue, la joven indagó:-¿Qué pasó aquí? ¿Algún problema?El hombre suspiró.-Esperemos que no. Pero necesitaré que hagas algo por mí.-Me estás preocupando…Él buscó en un viejo cajón una pequeña caja alargada de madera y se la entregó.-Escucha, Anya. Espero que nada pase, pero aún así, esto es importante. Tienes que ir a nuestro patio trasero, cavar un hoyo donde sólo tú sepas, y esconder esto allí.-Pero…La miró con una seriedad inusitada.-Sin peros y sin preguntas, hija. Cuanto menos sepas, será mejor.-De acuerdo, lo haré.Pasaron apenas dos días, en los que Anya intentaba borrar de su mente lo sucedido esa noche, desde que entró al depósito del bar, hasta lo sucedido con su padre.Algo había cambiado en su rutina, y en el aire, y no parecía el augurio de nada bueno.Sus sospechas se cumplieron cuando, justo antes de irse a trabajar, su progenitor, herido mortalmente y cubierto de sangre, irrumpió en la pequeña sala.-¡Papá! ¿Qué es esto? ¿Qué paso?... debo traer un médico…Al hombre le costaba hablar-No… no hay… tiempo… Anya… trae papel… te… daré una… dirección…Ella se apresuró a obedecer. El hombre escribía mientras trataba de hablar:-Tienes… que ir a Finlandia, con… con tu hermana… Ve a buscar a Kasparov, a la dirección que… te doy… No confíes….en nadie…-¿Quién te ha herido? ¿No me dirás qué pasa?-Kasparov tiene… que protegerlas… búscalo… vete ahora, despierta… a Sonya… y váyanse… no mires atrás, Anya… yo… ya estoy muerto… hija…Ella comenzó a llorar. No deseaba perder a su padre. Había perdido y sufrido tanto en los últimos años.¿Por qué todo se echaba a perder tan rápido?La sangre de su padre lo rodeaba, extendiéndose a su alrededor, mientras el color y el aliento lo abandonaba.Él tenía razón, tenía que irse, despertar a su pequeña hermana y huir de Rusia al país vecino.No estaba segura de cuáles eran los negocios de su padre, pero algo malo había sucedido en su mundo y no podían seguir en ese barrio en las afueras de Viborg, en la región de Leningrado.Tenía que buscar el modo de cruzar clandestinamente a Finlandia, junto con la pequeña Sonya.Anya se estaba yendo a la habitación, a buscar unas pocas cosas y despertar a la niña, cuando el localmente conocido traficante, Jasha, abrió la puerta de su hogar con una poderosa patada.Ella vivía en un pequeño departamento del centro de Londres. No era lujoso, pero más que suficiente para su comodidad, además de que no dependía de nadie para cubrir sus gastos.Se había recibido como diseñadora de una de las universidades más prestigiosas de Inglaterra, con un promedio sobresaliente, reflejando mucho de lo aprendido durante su adolescencia, y por eso mismo, ese día tenía la entrevista de sus sueños, nada más y nada menos que en la empresa de indumentaria más famosa, GreenLuxury.Por supuesto, a pesar de que desayunó temprano y se subió con suficiente tiempo como para llegar con mucho margen al enorme edificio del centro, resultó que su pequeño y anticuado automóvil, muy caprichoso, se negó a arrancar.Así que allí estaba, nerviosa luego de media hora de esperar al servicio mecánico, más veinte minutos de una reparación que resultó absurdamente sencilla y le daba la razón a su cuñado sobre que debería aprender más cosas prácticas y menos artísticas, conduciendo con la
Tal como esperaban, la mina abandonada del abuelo Antonio Castro tenía una extraña configuración que delataba que algo se ocultaba en su interior. No seguía ninguna veta de mineral. Era evidente que, si alguna vez había funcionado, fue hace muchos, demasiados, años.Seguía siendo un misterio cómo había llegado a ser posesión de su antepasado.Según lo que la joven había interpretado, debían encontrar una puerta secreta de madera, con la misma secuencia de diagramas del monolito de piedra, que estaría situada en la profundidad de uno de esos pasillos llenos de polvo y oscuridad.Afuera, quedaron algunos de sus hombres, aguardando que ellos se comunicaran cuando fuera el momento de extraer lo que fuera que encontraran.Los Kasparov tenían linternas potentes y un mapa hecho por la joven.-Sígueme, Mikka, pero no te alejes, por si acaso. Creo que sé cómo recorrer este laberinto, pero puede haber alguna trampa extra… Hasta ahora ninguna de las otras partes del tesoro estuvieron protegidas
Ocho horas más tarde, Agnes sonreía agotada con uno de sus hijos en brazos, mientras Mikhail observaba embelesado a la bebé de ojos grises que tenía en los suyos.-Es la cosa más perfecta que he visto en toda mi vida, Anina… Te juro que nunca permitiré que nada les pase…Ella lo miró con una sonrisa, y acunó contra su pecho al pequeño niño que se quejaba.-Lo sé, Mikka… Sé que así será… Pero… Tendremos que mudarnos ¿verdad?Él se sentó a su lado en la cama y se inclinó hacia ella.-Sí. Finlandia ya no es un lugar seguro para nosotros. Estuvimos muy expuestos los últimos meses, por culpa de los últimos movimientos de Yuri en la política. Dejaré a mi gente a cargo de los negocios locales y comenzaremos una nueva vida con el dinero del tesoro… Sólo debemos elegir un destino…Agnes asintió. -Lo decidiremos, juntos… También es importante que sea un buen lugar para Sara… Donde pueda crecer lejos de tantos malos recuerdos… Podríamos viajar un poco en familia para evaluar las mejores opcione
Aunque podría haber sido todo un poco más fácil, la realidad era que construir una nueva organización del mundo clandestino, hallar la ubicación exacta de un tesoro, gestar a gemelos y acompañar a Sara en su tratamiento, fue un verdadero caos.Hubo que ordenar la agenda de acuerdo a las prioridades y para los Kasparov fue bastante claro: la salud de la niña era de suma importancia para Agnes, que se dedicaba ocasionalmente a revisar mapas y los documentos de su abuelo ya que, por desgracia, la localización exacta de la mina no estaba consignada en las escrituras o cartas. Tenía sentido, puesto que Villalobos había ocultado allí su tesoro, así que debía ser un secreto. Por supuesto, Amalia no tenía ningún recuerdo al respecto y no resultó de ayuda.Sara necesitó muchas horas adicionales de terapia psicológica, y parecía evolucionar favorablemente, además de ocuparse con alegría de ayudar a Agnes con las compras para los gemelos. Por ahora, y aunque no se dejaban ver mucho en las ecogr
Sara despertó en su habitación y todos los recuerdos de la noche anterior la invadieron de repente, confusos y mezclados.No estaba segura de lo que había pasado, pero sí tenía la certeza de que era algo grave.Sintió una opresión en el pecho y de pronto le faltó el aire.Había cometido un grave error.Se levantó de un salto y corrió a la habitación de su hermana.Ese hombre horrible había entrado por su culpa, era lo único que recordaba con claridad, aunque en la casa todo se veía tranquilo. Cuando llegó, encontró el dormitorio vacío, y en remodelación, faltaba el colchón de la cama, la alfombra… Fuera de eso, todo se veía normal y nadie actuaba extraño a su alrededor.Nada la hacía pensar que su hermana estaba herida o algo así.Decidió buscarla en el cuarto de Mikhail.Parecía un día normal en una vida normal de pareja.Pero no lo era.Ellos no eran precisamente dos personas normales. Y ese día tenían pendiente resolver algunos misterios más. Cuando Agnes despertó, vio que Mikhai
Karl, como había previsto, revisaba la seguridad de la casa, cuando comprobó, con creciente alarma, que la pequeña Sara no estaba durmiendo en su habitación. Intentó mantener la calma y rogó en su interior por encontrarla desvelada en la cocina a causa de los eventos de la noche, mientras avisaba por el teléfono a sus hombres que controlaran el perímetro.Cuando entró buscando a la cocinera para dar las instrucciones de la señora Kasparov para saciar su hambre, notó que la niña tampoco estaba allí.Eso no era nada bueno.Sus peores presentimientos se hacían realidad.Movilizó al instante a varios subordinados.Habló por el comunicador:-La señorita Sara no está en su habitación. Hagan de inmediato un registro exhaustivo de todas las habitaciones de la mansión, sin alertar aún a la señora…-¡Si, jefe!En el mejor de los casos, la niña se habría quedado dormida en la biblioteca, la sala de juegos, o algo así.En el peor, estaban todos en graves problemas.Una filtración de seguridad de
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