98. ROGAR EL PERDÓN.
— ¿Está bien? —Alessio preguntó refiriéndose a Mikkel.
— Solo tiene sueño, se mantuvo despierto gran parte de la noche —respondió Helena acariciando su cabeza.
El coche se deslizó por las calles. Alessio manejaba, pero su alma estaba inmóvil, prisionera de la culpa.
Un año de vida, ajeno a la pesada historia que los traía de regreso al departamento de Helena, tras una noche agotadora esperando noticias de Verónica en el hospital.
El silencio entre ellos era denso, lleno de reproches internos y el peso de un matrimonio roto. Alessio sintió la urgente necesidad de confesar su dolor, de aligerar la carga por las palabras hirientes de su pasado.
—Helena —comenzó, su voz raspando el silencio—. Necesito que sepas cuánto lo siento.
Ella no se inmutó, solo ajustó su agarre sobre Mikkel, sintiendo el olor a talco y hogar del bebé. Su calma era una coraza.
—No tienes que decir nada, Alessio —respondió, su tono controlado.
—Sí tengo que decirlo —insistió él, sin mirarla, temie