13. PELIGRO
Dominico se sienta solo en su ático, el sol matutino entra por el ventanal, pero el aire es pesado y frío.
La resaca no es por el alcohol; es por la culpa, la traición, el sabor dulce y prohibido de Diana en su alma.
Ha pasado una noche de placer fugaz, un pacto sellado en la oscuridad que ahora tiene que enfrentar.
Él toma su teléfono, el recuperado centro de su vida, y marca el número de su tío. Le urge saber sobre el tema pendiente.
La llamada se conecta al instante, y la voz grave del mafioso resuena con una gran autoridad en su oído.
—Ya lo rastreé, niño. Esos cobradores pertenecen a un grupo pequeño, pero el préstamo es de la peor gente —el Tío Dominico le informa con seriedad.
—¿Quién es, Tío Dominico? ¿Son solo prestamistas de poca monta o es gente importante de verdad? —pregunta Dom, sintiendo un escalofrío en su espalda.
—Es la Mafia Italiana, Dominico. Los Rossi. Y el préstamo está ligado a un gran favor que no van a olvidar —le revela el Tío Dominico, su voz