15. SECUESTRO AL HEREDERO CALLAHAN.
Verónica Dixon camina de un lado a otro en el gran salón de la mansión, sus pasos son rápidos y desesperados.
La noche ha caído por completo, y su hijo, Dominico, no ha regresado a casa desde hace más de un día entero.
Ella ha intentado llamarlo mil veces, pero su teléfono solo da apagado, un silencio que la aterra en su alma.
Alexander Dixon se sienta en el sofá, intentando mantener una calma que no siente en su propio corazón.
Él sabe que su hijo está en problemas, que el sedán negro no era una simple casualidad de la vida.
—Cálmate, Verónica. Nuestro hijo es fuerte, es un Dixon. Ya regresará, solo necesita un poco de espacio —dice Alexander, con una voz que intenta ser tranquilizadora.
Verónica se detiene frente a su esposo, y sus ojos están llenos de una furia justificada y de un profundo dolor.
—¡No me mientas, Alexander! ¡Tú sabes que algo ha pasado! ¡Dominico nunca ha estado ausente por tanto tiempo sin avisar! —Verónica le grita, su voz es un trueno de desesperación.
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