12. LA LLAMADA
La voz de Mikkel Bennet, el prometido, se muestra en la pantalla, y el color se escapa del rostro de Diana.
Ella se aleja de Dom como si él fuera un fuego que la quema, y el pánico es puro y real en su alma.
—¡No contestes, Dominico! ¡No, por favor! ¡Si Mikkel se entera, me mata! —grita Diana con una gran desesperación.
Dom mira el teléfono, y la rabia hacia su amigo, el dueño legal de esa mujer, le hierve en la sangre.
Él sabe que debe contestar, que la indiferencia es ahora la única forma de ocultar su terrible traición.
—Tengo que contestar, Diana. Si no lo hago, va a seguir llamando, no se detendrá. Cálmate, por favor —Dom le dice con una voz firme y fría.
Él toma una respiración profunda, y desliza el dedo en la pantalla, el tono de su voz cambia a la de un amigo leal.
—¿Mikkel? ¿Qué sucede, hermano? ¿Por qué llamas tan tarde, acaso no puedes dormir sin mí a tu lado? —Dom bromea con una gran falsedad.
La voz de Mikkel se escucha en altavoz, llena de una preocupa