Verónica despertó dos horas después de aquel atentado. No entendía lo que pasaba cuando abrió los ojos con mucho dolor en la cara y costillas. La luz del techo, la hizo de dudar de en que lugar estaba y que era lo.que había pasado.
Levi King se acercó a ella, con la preocupación dibujada en su frente. Verónica mostraba algunos moretones y dolor, a plena vista. — Dios mío, Verónica. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Te han querido asaltar? — ¿Dónde estoy? — En el hospital, no te has ido. Los hombres se fueron después de que llegué, decidí ingresarte en urgencias, he llamado a la policía. Están revisando las cámaras de seguridad. Verónica llevó sus manos a la cabeza, respiró largo, su corazón se aceleró a medida que entendía la situación; Su padre le debía demasiado dinero a personas en verdad malas. — ¿Te puedo ayudar en algo más? Verónica pudo ver la severa cara de Levi. Se le notaba enojado, nunca pensó que un rostro tan amigable como el de él, podría tener ese semblante. — ¡Verónica! Un grito proveniente de la puerta hizo que Verónica volteara. Levi se paró entendiendo mucho antes que ella. — ¡Verónica! —gritó en un aullido Sonia— ¡Verónica! Levi dió algunos pasos para atrás, cuando Sonia entró a la habitación. Sonia notó el gran moretón en la mejilla de su amiga; — Te juro que quien quiera que haya hecho esto, lo pagará muy caro. Hablaré con unos amigos que tengo en la estación, esto no quedará así, te lo prometo —Sonia habló tan rápido que Verónica no entendió todo lo que ella dijo. — Estoy bien —respondió Verónica— Estoy bien. Verónica y Sonia pasaron las horas esperando el alta. Levi no quería que se la dieran, le mantenía preocupado como fue que pasó todo esto. Nunca se había dado un caso de asalto en el hospital, jamás se lo perdonaría. — Déjame llevarte a casa —pidió Sonia— Levi ha dicho que te quedarás algunos dias descansando. ¿Pasamos los dias en tu nuevo departamento? — Tengo que ir por mis cosas, al menos. — ¿Tienes ganas de ver a Alexander después de todo? Yo si lo veo, le daré una bofetada. Lo odio. — ¿Por qué? ¿Qué ha pasado que no te estoy entendiendo? Hace unos días me cuestionaba si debería divorciarme o no. Sonia saca su teléfono y lo ve. El sol apenas comenzaba a salir, lo que indicaba el inicio de un nuevo día. Cuando estaba en la camilla esperando el alta, se preguntaba si Alexander se preocuparía por ella, pero ahora lo entendía todo. Una foto de Alexander y Ana, besándose. La foto parecía de ayer. Alexander posiblemente no había ni llegado a casa, para notar su ausencia. Verónica se quedó en shock. Había compartido un momento con Alexander, habían llegado hasta el final. Verónica había reconsiderando la idea de un nuevo contrato, de intentarlo. — Oh, mi vida, no llores, por favor —dijo Sonia al ver una lagrima resbalar por el rostro de Verónica. Horas antes, Alexander se encontraba en su oficina. Jorge leía las noticias sobre un nuevo proyecto dentro del grupo que estimaba un crecimiento del 6%. — El proyecto Red podría beneficiar a otras pequeñas empresas que podamos tomar, como el de la señorita Cox o Bell. El beneficio mayor es para ti, claro está. — Las ganancias de este mes están de picada. ¿Sabes algo sobre eso? Alexander odiaba no saber que hacer, además de odiar no tener el dinero suficiente para cualquier cosa. – El contador y sus ayudantes han estado teniendo problemas de comunicación con las sedes fuera del país —informa Jorge— Deberías hacer una visita. Debe estar pasando algo que no nos hemos enterado aún. Alexander suspiró lleno de frustración. Quería destinar tiempo para ver a un abogado, solo para saber si hay forma legal de obligar a Verónica a quedarse mas tiempo con él, en lo que ella se daba cuenta de amor por él. — Es un hecho, nada funciona si no lo hago yo. Jorge llevó su mano al auricular e hizo una mueca. — Ana Bell insiste en entrar, Alex. Deberías hacer algo con esa mujer y ponerle fin a lo que sea que tengan. Su empresa es un problema, no puede existir una relación con nosotros. Alexander lo sabía, pero también sabía que una mujer con Ana, debería tenerla cerca. – Es un dolor de cabeza —respondió Alexander— ¿Dónde está, Verónica? Jorge envió un mensaje al hombre que se encarga de seguir los pasos de Verónica y recibió una respuesta al instante; — Sigue en el hospital King. — Ya es demasiado tarde para que siga, iré por ella —responde Alexander levantándose de su escritorio. Jorge lo sigue de cerca— ¿Estás con ella oficialmente? ella me gusta para ti. — Eso quiero y eso creo. — ¿Creer? Alexander Dixon no está seguro de algo, lo peor aún. No estás seguro de tu propia esposa —lo reta Jorge cuando las puertas se abren en el primer piso. — Y hace lo correcto —una tercera voz se une— Tu esposa te engaña. Alexander y Jorge se sorprende con Ana, que se encuentra frente a ellos. — Ay no, otra vez —comenta cansado Jorge— Ya me voy, estoy cansado de esto. — Te estoy diciendo la verdad, Alex. Verónica Cox se ha visto con varios hombres, te ha sido infiel todo el tiempo. ¿Sabes donde está ahora mismo? — En su trabajo, Ana. Verónica está en su trabajo. — Te ha tomado el pelo, por tu propio lado. Eres un idiota muy inteligente... Verónica está en una reunión con Levi King, llevan en su despacho tres horas. ¿Se necesita tanto tiempo entre una doctora y el director? —Ana finge pensar— No, claro que no y lo sabes. — Deja de hacer esto, Ana. Comienzas a fastidiarme. Alexander intenta irse, pero ella lo detiene con una mano en su pecho. En ese instante, el fotógrafo escondido toma una foto. — Mira esto —Ana le entrega muchas fotos a Alexander, en todas sale Levi— Ellos han sido amantes desde que ella comenzó en ese trabajo. ¡Todos la odiando por ser una mujer tan facil! Así terminó su carrera, todos saben que estudiar una especialidad y terminar tan joven, eso es imposible. Ana aprovecha para acercarse, con su mano toma la mejilla de Alexander, el fotógrafo vuelve a tomar un carrete de fotos. — Ella ha estado jugando contigo todo este tiempo. Yo jamás haría eso, Alex. Sabes que siempre te fuí fiel —Ana se acerca a sus labios— No te engañé, jamás engañaría a un hombre como tú. Alexander se queda como estatua al ver la última foto; Verónica y Levi King. Verónica daba la espalda, pero la cercanía de Levi, era lo que molestaba. Desde ese ángulo, parecía que se daban un beso. Lo peor vino después, las fotos siguientes eran lo mismo. Las manos de Alexander ardían de un fogaz celos. Su mente quedó en blanco, sin posibilidades de buscar coherencia en aquellas fotos. — Son fechas recientes, la primera es del dia de la noche de donaciones. El dia que volví. Alexander no escuchaba ninguna palabra que salía de la boca de Ana. Realmente se cuestionaba si Verónica sentía o no lo mismo que él. ¿Era realmente él el único enamorado? ¿Se había equivocado al juzgar la capa fria de Verónica? ¿Lo que había pasado la otra noche era un invento de él? Ana vió en Alexander algo que nunca vió cuando ella estaba con él; duda. Eso la molestó. Alexander Dixon no es un hombre que tema, mucho menos que dude. Para él siempre ha sido sencillo arreglar cualquier problema, no hay nada que su apellido y el dinero, no hagan. Ana lo besó. El beso fue tan corto, pero el fotógrafo escondido tomó las mejores fotos. Alexander se quedó pasmado ante el beso, para después quitársela. — Tú ya no eres la mujer que conocí, tú ya no eres MI MUJER —atacó dejándola atrás. — ¡Ella es una zorra, Alexander! ¡Esa maldit* mujer ha jugado contigo! ¿Lo sabes, cierto? Ha visitado al mejor abogado de la ciudad, es imposible que no sepas eso. Alexander detuvo su paso. La duda lo estaba sumergiendo en un hoyo sin fondo. — No hables más, Ana. Los asuntos de mi propiedad, no le competen a nadie —La voz de Alexander estaba cargada de frialdad y recelo— Será mejor que no te acerques de nuevo a mí. Yo no cometo el mismo error dos veces. — ¿Aún viendo las pruebas, la vas aceptar con los brazos abiertos? ¿Aún viendo que busca tu fortuna con el abogado que tiene, no la detendrá? Alexander la miró, Ana entendió la respuesta. — ¡Eres un... — ATRÉVETE A TERMINAR LA FRASE Y ME CONOCERÁS —Alexander volvió a acercarse, pero su mirada anunciaba el peligro, estaba perdiendo la razón— Nadie me insulta en mi casa. Y hasta donde sé, esta ciudad me pertenece.