Sin herederos.
Scarlet abrió la boca para replicar, pero Derek colocó un dedo sobre sus labios, sellando cualquier protesta.
—Soy un ser supremo —continuó, respirando hondo—. Naturalmente, un embarazo mío se sentiría en cuestión de días, y en tu caso… desde el primer instante.
Scarlet arqueó una ceja, cruzando los brazos como podía.
—Pero antes cuando estuve embarazada no lo supe hasta que… —dejó la frase en el aire, negando con la cabeza—. No, no puede ser.
—Luna —la interrumpió él, con voz más suave—, entiendo tu confusión. Las cosas no siempre se repiten igual. Solo quiero cuidarte, como te prometí. Cuidemos a este pequeño inquilino… y dejemos que rompa la puerta a su antojo. Que sea bienvenido.
Scarlet soltó una risa incrédula, entre divertida y resignada.
—Derek, todo esto es una locura que me tiene absorta… —dijo con ternura—. Pero creo en ti, amado mío.
Volvió la mirada hacia el lobo sanador.
—Entonces dime, ¿qué debo hacer para que este embrión-bebé se quede y llegue a nacer sano?
El san