Padre… o enemigo.
Aunque Derek estaba sentado en el sofá del salón principal, con su mano aferrada a la de su pequeña esposa como si fuera su ancla, el ambiente no podía estar más tenso.
Pues sus mejores guerreros se mantenían en alerta, con cada músculo listo para saltar al menor movimiento extraño.
El desconocido que había sido visto merodeando la manada, y al que Derek, con desconfianza y autoridad, había permitido entrar, era la causa del caos silencioso que flotaba en el aire.
El brujo, de pie y con los brazos cruzados, lo observaba todo con gesto desconfiado, como quien espera que algo explote en cualquier momento. Ana, en cambio, se mantenía detrás del sofá, aferrada al respaldo donde su hijo descansaba, intentando no mirar demasiado al brujo coqueto para evitar otro drama innecesario.
—Supremo, su invitado está entrando a la residencia —anunció Lioran desde la puerta, avanzando junto al extraño.
El hombre pelirrojo era imposible de ignorar. Alto, de porte imponente y movimientos precisos, parec