La visita del suegro.
Al otro lado de la puerta, Scarlet permaneció inmóvil, observando al desconocido con desconfianza. Era un hombre alto e imponente, de cabello castaño oscuro, piel impecablemente bronceada y ojos marrones tan profundos que, a simple vista, parecían absorber la luz. Pero con un aura tan sombría que hacía que Derek pareciera un osito de peluche en comparación.
Sujetaba con firmeza la lujosa manija dorada, pensando que era la primera vez que alguien tocaba el timbre de ese piso. Ya que, ella y Derek siempre utilizaban el ascensor privado que los dejaba directamente en el salón principal. De hecho, más de una vez había creído que esa puerta no era más que un lujo decorativo de millonarios excéntricos.
—¿Quién es usted, señor? —preguntó con cautela, frunciendo el ceño.
El hombre sonrió, con una mueca tan plástica que casi se le despegaba de la cara.
—¿Estás casada con mi hijo y no reconoces a tu suegro?
Scarlet parpadeó varias veces.
«¿Suegro? ¿Qué? ¿Este es el famoso padre problemático que