Castigo para la presumida loba gamma.
En la habitación de invitados, recostado boca arriba, con las manos entrelazadas bajo la cabeza, Reiden no paraba de pensar en lo necia que estaba siendo su hermana… y en lo condenadamente peligrosa que resultaba Zhana para su autocontrol. Esa mujer, con su descaro coquetón, lo tenía al borde. Lo peor era que sabía que, tarde o temprano, tendría que caer en sus redes y completar el vínculo. Pero su orgullo no le permitía ceder.
Pues le carcomía la idea de que otros lobos ya hubieran tenido lo que ahora era suyo por destino. Se sentía como un idiota, torturándose con imágenes de ella, gimiendo en brazos ajenos.
#¡Humano estúpido!#, gruñó su lobo dentro de su cabeza. #Nuestra mate es solo nuestra. Lo que ocurrió antes ya no importa. El presente es nuestro, su cuerpo será solo para ti… para nosotros. ¡Levántate y ve con ella ahora!#
Reiden negó, moviendo la cabeza con un gesto brusco. Sabía que había cruzado un límite. Haberle escrito “puta” en la frente había sido un arranque imperdonab