«Admite que me deseas, que añoras lo bien que te hacía sentir y que nadie va a poder darte lo que yo te di». «¡No! ¡No te deseo y nunca volveré a confiar en ti! ¡Nunca volveré contigo! Casarme contigo fue mi peor error ». Suspiré al sentir que me apretaba contra su pecho firme. «¿No? Tu cuerpo me dice lo contrario». Sus labios acariciaron suavemente los míos. Treinta días, solo debíamos mantener la farsa por treinta días de aquel matrimonio acordado y luego todo se habría solucionado. Iba a ser muy fácil, solo tenía que pulirme un poco para que pareciese la esposa de clase perfecta, y el resto sería pan comido. Él iba a obtener el trabajo de sus sueños y yo recuperaría mi dinero. Solo teníamos dos reglas: No consumar. No enamorarnos. Pero a veces las reglas se crean solo para romperlas… Y por muchos planes que realicemos, difícilmente podamos controlar el amor. Cameron Hamilton es un abogado meticuloso con aspiraciones a manejar el legado familiar, un hombre que cree tener todo planeado y bajo absoluto control, mientras que Tessa Joyce es lo que podría llamarse un desastre de cabo a rabo que no para de meterse en problemas. De mundos diferentes y sin nada en común, estaban destinados a nunca conocerse. Sin embargo, una noche de tragos en Las Vegas puede poner el mundo de ambos, patas arriba.
Leer másCameron
Estaba seguro de que mi expediente estaba siendo revisado por los decanos del bufete Royal Dankworth justo en ese instante y realmente esperaba ser su hombre. ¿Por qué no habría de serlo? Era joven, bien parecido, tenía hambre de logros y provenía de una de las familias más importantes del país.
La verdad era que debía a fuerza tener hambre, a pesar de que teníamos probablemente una de las compañías de asesoría financiera más grandes del país, mi padre se había negado a contratarme cuando complete el curso de contabilidad y le dije que deseaba más que cualquier otra cosa convertirme en abogado tributario y formar parte de la junta para un día tomar las riendas como CEO de Hamilton Global.
De hecho me había lanzado uno de sus discursos sobre que debía buscarme la vida y encallecerme en el mundo real. Zambullirme en los desafíos que proporcionaban una oficina pública tan grande como la defensoría publica, un lugar donde los abogados tomaban casos gratuitos por menos de cuarenta mil dólares al año.
¡A la m****a con mi padre! No había estudiado para eso en una de las mejores universidades de derecho, ni tampoco era lo que esperaba de mí, Nicole o su familia.
Nicole era mi novia desde la escuela, luego de terminar la universidad, habíamos coqueteado varias veces con la idea de comprometernos, pero la verdad era que en la posición en la que estaba no tenía mucho que ofrecerle, cosa con la que estaban de acuerdo sus padres; el gran congresista Acher y distinguida esposa.
Esa era una de las grandes razones por las cuales estaba allí, junto a otros cinco postulantes con trajes nuevos, corte de cabello impecable. Nos observábamos de tanto en tanto lanzándonos miradas de odio. Solo había un puesto, por lo que cinco de nosotros se irían a casa con las manos vacías.
El móvil comenzó a sonar en la chaqueta de una forma tan insistente que los que estaban sentados a mi lado comenzaron a mirarme raro. Negué con la cabeza con una sonrisa condescendiente, antes de mirar de quien se trataba.
Era Nicole, claro, ¿quién más podría ser? Por lo que supe que no tenía otra opción que atender de inmediato o iba a estar en serios problemas.
—Al fin…—Bufó contra el auricular. —Estoy muy ocupada, tengo que entregar las notas a papá para las diez y voy atrasada.
Nicole trabajaba con su padre, organizando asambleas que a nadie le importaban.
—Tú me llamaste. —Le recordé en voz baja. —Estoy esperando para la entrevista en el bufete del que hablamos, ¿lo recuerdas?
—Sí, ya. Lo que quiero decir es que solo tengo un minuto. —Hizo una pausa, antes de suspirar. La señal de que la había puesto de mal humor. —Claro, lo recuerdo, sobre todo recuerdo que pagaban ochenta mil dólares anuales. Suena prometedor, espero que lo consigas, estoy cansada de estar todo el día de aquí para allá haciendo recados a mi padre. —Hizo una pausa eterna, durante la cual la imaginé mordiéndose el carrillo, debatiéndose entre si decirme o no lo que estaba pensando. Por lo que carraspee para animarla. —Aunque para ser sincera, me parece basura que estés buscando trabajo, cuando tu hermano recibe medio millón de dólares a la semana. Con eso podríamos casarnos, Cam.
Suspiré profundamente.
—Sí lo hace, pero le cedió a mi padre un porcentaje de sus acciones con derecho a voto, cosa que yo nunca haré.
—Ya lo sé cariño, solo que me gustaría casarme contigo cuanto antes.
Nicole, no aspiraba a demasiadas cosas en el mundo, excepto a conseguir un marido rico, que le permitiese ir de compras tan a menudo como desease con su madre e ir al club a diario a pasar las tardes. Por desgracia yo no era ese hombre por el momento, aunque esperaba poder serlo. Ella era el amor de mi vida. Solo quería hacerla feliz, amanecer con ella entre mis brazos y quien sabe en un par de años tener un par de niños.
Sonreí bobamente ante la idea.
—Yo también. —Convine. —Es un gran detalle que llamases para desearme éxito.
—Sí, claro, pero no llamaba por eso. —La imaginé mordiéndose nuevamente el labio de forma nerviosa. —Te llamaba porque el martes es el cumpleaños de mamá y nos espera a cenar en el club con ellos, a las siete. —Su madre no me gustaba, ni un poco, aunque no dije nada. —Necesito que vayas vestido de manera formal, ya sabes chaqueta y corbata. Puedes usar esa que te regalé hace dos meses, la que compre en Zegna.
—Ya. —Le dije cada vez de peor humor, aquello me sonaba a que era una de esas encerronas tenaces a las que me sometían una vez cada seis meses para ver si podían encarrilarme, haciéndome entrar en el bufete de dudosa integridad de un amigo, o como alcahuete de algún político. Porque al igual que mi propio padre no me creían a la altura para sentarme a la mesa y al igual que él intentaban manipularme a su antojo.
Y para ser completamente sincero a pesar de que la amaba con locura, estaba cansado de que me obligase a comer con sus padres o que me ordenase sobre cómo debía o no vestir.
—Cam…—Me llamó con dulzura. —Es importante para mí, no lo arruines. —Me advirtió. —Te amo y suerte. Debo irme, por la noche llámame para contarme que tal te ha ido. —Dijo, antes de cortarme.
Coloqué el móvil en la chaqueta nuevamente, no sin antes colocarlo en silencio, para no tener ningún momento incomodo en la entrevista.
Una joven rubia de unos veinticinco años, abrió la puerta del despacho del decano y nos miró por encima de la montura de sus anteojos.
—Cameron Hamilton. —Me llamó, me levanté de inmediato ante la mirada de sorpresa de mis competidores, probablemente todos ellos habían oído hablar de Hamilton Global. Ignoré sus murmullos y me acerqué a ella, que me observaba con una sonrisa radiante. —El señor Griffin y el resto de socios decanos lo esperan en la sala de conferencias. —Me señaló con la mano la sala y al entrar vi a Landon Griffind levantarse, abrochándose la chaqueta con una sonrisa radiante.
—Tú debes ser, Cameron Hamilton. —Me estrechó la mano con fuerza, gesto que le devolví con firmeza para proyectar toda la confianza posible. —Es un verdadero gusto conocerte, Cam. ¿Puedo llamarte, Cam, verdad? —Me tomó del hombro y me llevó hasta la silla frente a la mesa donde se encontraban sentados, observándome con atención el resto de los decanos.
—Por supuesto. —Le dije más efusivamente de lo que pretendía, antes de sentarme.
Por lo que a mí respectaba, podía llamarme Tobi o Parker o como se le antojase, si es que consideraba contratarme. Todos parecían estar bastante animados, me ofrecieron café y agua, cosa que hubiese aceptado porque sentía la garganta terriblemente seca, pero necesitaba que fuésemos al grano, necesitaba una respuesta.
Landon ocupó el lugar que le correspondía junto a sus colegas, se inclinó sobre la mesa y apoyó los codos sobre la madera resplandeciente con una sonrisa radiante. Imaginé que era él quien estaba allí para dirigir la charla que definiría mi destino.
—Eres enorme, Cam. Realmente me sorprendió eso de ti. —Dijo alegremente. —Incluso di un vistazo cuando llegué y pude notar que tus compañeros estaban ciertamente intimidados. —Miró una de las hojas impresas donde se reflejaba todo lo que era en letra pulcra, pequeña y doble espaciado. —Aquí dice que jugaste al fútbol, creo que eso explica mucho. ¿Por qué decidiste ser un atleta? Digo, sabemos que eres un posible sucesor de Callum Hamilton. Cualquiera pensaría que no necesitabas de nada de eso para conseguir plaza en la universidad que deseases.
—En mi familia siempre se ha esperado que sea el mejor y era el mejor jugando al fútbol, tanto así que me ofrecieron una beca para estudiar en una de las mejores universidades del país. Por lo que no podía dejar pasar ser el Quarebat de mi equipo, el mejor de la escuela y el prospecto para la universidad que se esperaba para mí. Las expectativas de mi familia no se cumplen con tanta liviandad. —Todos rieron, quizás hubiesen reído aún más si les hubiese dicho que esa exigencia solo aplicaba para el hermano mayor.
—Asombroso y tus notas eran excepcionales.
—No podía ser menos que el mejor. —Convine y ellos sonrieron.
—¿Por qué Contabilidad tributaria e impuestos?
—Porque dicen que es donde se puede hacer realmente dinero y para ser completamente franco, creí que mi padre me consideraría para el puesto de director de operaciones de Hamilton Global. —Me llevé la mano a la boca para fingir que aquello era confidencial. —Spoiler; no me consideraron para el puesto, la familia puede ser un grano en el trasero, supongo. —Dije con franqueza y se echaron a reír, inclinándose hacia atrás.
—¿Quién te dijo eso de que aquí se hace el verdadero dinero?—Preguntó Landon.
—Qué mas da, quien se lo haya dicho, no le mintió. —Sonrío uno de los decanos y supe que los tenia justo donde deseaba.
Los cuatro hombres que estaban frente a mí, con trajes de dos mil dólares, se quedaron mirándome expectantes, esperando que hiciese la gran pregunta, el quit de la cuestión, lo que todo abogado ambicioso quería saber.
—Cuando me llamaron, mencionaron que tendría un magnifico sueldo de ser elegido, ¿Cuánto? —Pregunté sin rodeos.
Se miraron ligeramente durante un largo minuto y finalmente, Landon, habló.
—El primer año tendrás un sueldo base de noventa y cinco mil dólares al año. Membrecía gratuita al club y te ofrecemos un Aston Martin, que nadie ha rechazado hasta la fecha. —Ellos rieron como si fuese un cascarillo interno que solo yo no conocía. —El segundo año, si todo sale como esperamos, recibirás cien mil dólares anuales, más primas y un piso corporativo. —Me sostuve de la silla tan fuerte como pude, era todo lo que soñaba y más.
—Eso…
—Es increíble. —Asintió, Landon.
—Lo es. —Murmuré.
Iba a poder pedirle matrimonio a Nicole, restregarle el Aston Martin a mi hermano y mi padre, reírme de mis suegros.
Landon me miró seriamente.
—Voy a ser sincero, Cam. Eres nuestro candidato de base. Nos gustaste desde que vimos tu fotografía en la carpeta, tu escritura es impecable.
—Gracias, soy muy detallista en investigación. —No lo era, pero lo intentaba.
—Muchos de mis colegas tenían ciertos recaudos porque eres un hombre que cuenta con un fideicomiso que puede amedrentar hasta los mejores pagos de la firma.
—Para ser sinceros creímos que serías uno de esos herederos soberbios que matan su tiempo, fumando mota. —Lancé una carcajada.
—Creo que estás hablando de mi hermano. —Todos se mostraron divertidos y pensé que los tenía comiendo de la palma de mi mano.
—Ya creo que sí. Imagina nuestra sorpresa cuando nos informaron que no bebes, no se te ha visto nunca en un bar de stripers, casi no tienes amigos y la misma novia desde la escuela. Joder, si hasta imagino que fueron los reyes del baile. Además de eso tienes siempre la misma rutina, día tras día y nunca te sales de ella. —Cuando lo decía de esa forma, se escuchaba terrible, era simple y llanamente un pardillo aburrido. Lo peor de aquello es que nunca lo había notado. —No, nos mal intérpretes, ese es el perfil que buscamos, alguien que solo se interese por los negocios. Sin embargo, necesitamos algo más.
—¿Qué? —Pregunté ansioso.
—Que te cases, necesitamos proyectar una imagen familiar, no podemos contratarte si no eres parte del club. —Me mostró el anillo de oro en el dedo.
—¿Esperan que consiga una esposa de aquí al lunes? —Sonreí, debía de ser una broma.
—Estás comprometido hace años, ¿Qué ten difícil puede ser? —Se levantó y apoyó la cadera en la mesa. —Di esos votos esté mismo sábado frente a un juez y conviértete en parte del equipo. ¡Qué rayos, puedes proponerle ir a Las Vegas y cerrar el trato! Seguro que lo considera muy romántico y eso te dará las llaves del reino. Eres nuestro hombre, pero si no das el paso, tendremos que considerar alguna de las opciones que esperan en la recepción.
CameronNadie nos había dicho que sería fácil, y podíamos asegurar que no lo era. Pasaba la mayor parte de la noche despierto con la pequeña Nola para Tess lograse descansar, al menos un poco.Por lo general, era ella quien despertaba en cuanto la escuchaba lloriquear a través del monitor de bebes y de inmediato se levantaba como si tuviese una alarma interna, adherida que le decía que su pollita la necesitaba. La buscaba y le daba de comer. Luego yo la relevaba, una vez que estaba alimentada. La hacia eructar y le cambiaba el pañal, antes de mecerla en mis brazos hasta que se durmiese, cosa que podía ocurrir en treinta segundos o en dos horas.Era como un deporte extremo. ¿Dormiría tres horas de corrido? ¿No dormiría nada?Nadie lo sabía y eso me gustaba.Tina, nos tranquilizó, convenciéndonos de que pronto pasaría aquel ajetreo, que solo era cuestión de agarrarle el tranquillo a la rutina y en menos de un mes, nuestra preciosa bebé, estaría durmiendo más de cuatro horas. Me pregunta
Cameron Aún estaba desnuda, cuando desperté, sintiéndola apretarse contra mi cuerpo. Y tal como solía ocurrirme, cuando despertaba y la sentía acurrucada junto a mí. El corazón me palpitó rápido. Había añorado eso durante tanto tiempo, que aun por momentos me costaba creer que aquello se hubiese convertido realidad. En ocasiones no podía convencerme de que ya, no solo era un loco anhelo de mi corazón desesperado, si no mi realidad.Acaricie su rostro con cuidado, disfrutando de lo maravilloso que era tenerla en mis brazos y la besé lentamente, disfrutando del sabor de sus labios, de su piel suave, hasta que ella se removió entre mis brazos.No podía creerlo o dejarla de contemplarla fascinado, estaba durmiendo, allí conmigo y por alguna razón sentí que debía memorizar cada detalle de su rostro, cada curva de su cuerpo, la dulce manera en la que fruncía el ceño cuando soñaba algo que no le gustaba o como entreabría los labios, dejando escapar suaves ronquidos si se e
TessaUn año después…Ya había pasado un año, desde que dejamos todo atrás y nos mudamos a Byron Bay.Encontramos una pequeña casa frente a la playa y nos enamoramos de ella. No era muy grande para ser exactos, pero era preciosa, con paredes blancas y pisos de madera. Tenía una increíble terraza donde colocamos un pequeño juego de comedor, allí, solíamos cenar o picar algo mientras observábamos los atardecer y como las olas rompían contra la playa.Por las noches, Cameron ponía música, bailábamos, mientras la briza jugaba con mi cabello y me susurraba cuanto me amaba. Otras noches, simplemente nos tirábamos en el piso de madera a observar las estrellas, aunque casi siempre terminábamos enredados y jadeando.Claro, que jamás me quejaba de eso.Nunca antes me imagine que en mi pecho entraría tanto amor y felicidad. Aquello no significaba que no peleásemos o discutiésemos de vez en cuando. Sobre todo los días en los que no lográbamos ponernos de acuerdo en los detalles de la apertura del
TessaMarcus, nos estaba esperando y abrió la puerta en cuanto nos acercamos a ella. Asomó la cabeza y entornó los ojos en busca de algún movimiento extraño, y solo cuando estuvo seguro de que no nos seguían cerró la entrada, colocándole el seguro.La puerta, crujió a nuestra espalada y con una sola mirada, vimos que el departamento, era mucho más grande de lo que parecía por fuera. Dentro se encontraban al menos media docena de personas trabajando.El periodista borroso de las fotos oscuras que encontramos en la carpeta: “limpieza y control”. Estaba allí, justo frente a nosotros. Era bastante mono, con el pelo rubio desalineado y complexión delgada.—Antes que nada. Felicidades… —Nos felicitó, mientras nos guiaba al interior del departamento donde un grupo de redactores y sonidistas, preparaban todo —. Sé que esto es un caos —tomó una pila de carpetas que estaban sobre una de las sillas y las colocó sobre la mesa —, pero si buscan seguro que encuentran donde sentarse —dijo, incorporá
Cameron La música comenzó a sonar y todas las miradas, se volvieron hacia la puerta por donde la novia apareció resplandeciente, con un vestido que le sentaba como un guante. Lo que le había dicho, era cierto, me hubiese sido imposible encontrar las palabras para describir lo bellísima que se veía. Su hermoso rostro estaba enmarcado por su cabello suelto, que caía delicadamente en ondas suaves. El vestido era sencillo, pero resaltaba perfectamente su figura y me era imposible apartar la mirada de los tirantes blancos que se encontraban coronados por un moño con lazos blancos que caían sobre sus hombros dorados.Esperar la noche de bodas, si iba a convertir en una terrible tortura, solo quería arrancar los tirantes y ver el conjunto que había elegido como regalo de bodas para mí, lo antes posible. Ese bendito vestido, era, por mucho, lo más sensual que vi en mi vida. Y esa mujer sexy y etérea que se movía hacia mí, se convertiría en mi esposa. Me elegía a
TessaAunque la capilla estaba muy cerca del hotel, tuve que luchar durante todo el trayecto por no comerme las uñas, mientras nos movíamos por las Vegas Boulevard en la limusina blanca que nos habían enviado de la capilla, para recogernos. Finalmente, al bajarnos del auto y caminar hacia la capilla, sentí que las piernas me temblaban. Fuera se encontraba otra enorme limusina blanca, estacionada y la capilla resplandecía, completamente iluminada. Era mucho más pequeña de lo que recordaba, aun así, me pareció sumamente acogedora. El color blanco del edificio, contrastaba perfectamente contra el cielo purpura y rosa. Todo era mágico.Allí habíamos dado el sí, por primera vez, hacía seis años y de alguna manera nos pareció romántico, volver a unirnos nuevamente en el lugar que comenzó todo.No recordaba mucho de esa noche, estaba demasiado ebria, al igual que Cameron y Rhys, aunque si sabía qué; Elvis no me llevó al altar. Sonreí al recordar como Cameron lo contaba, entusiasmado en el av
Último capítulo