Capítulo 8

Llegué al palacio de Icazar, y ya don Fernando me esperaba junto con su esposa Doña Leonor, me hicieron pasar la sala, don Fernando me ofreció sentarme en el asiento a su derecha, como muestra de reconocimiento a mí persona y doña Leonor me sirvió café personalmente.

Agradezco mucho su visita Don Maximiliano — dijo don Fernando, cruzando la pierna y mirándome de frente — Pero, sobre todo, agradezco lo amable que ha sido por atender a mi hija, gracias a sus cuidados, no ha tenido que sufrir más de lo debido y podrá continuar con la ilusión de su baile de cumpleaños.

—   No tiene nada que agradecer don Fernando, es mi deber como médico y como amigo de la familia, espero que no le moleste que me considere amigo de la familia.

—   Es precisamente de mi hija, de quien quiero hablarle, como usted sabe, en unos días será su presentación en sociedad, ella está ya en edad de comprometerse en matrimonio, y … bueno siendo usted soltero, pensé que tal vez  estaría interesado en comprometerse con ella,  la dote que estoy dispuesto a darle es muy considerable, porque como sabe usted, ella es mi única hija y en algún momento heredará todos mis bienes y por supuesto será su marido quien se haga cargo de los negocios, como usted comprenderá, debo elegir muy bien al hombre que ha de cuidar de mi única hija.

—   Me siento muy honrado de que haya pensado en mí Don Fernando, y debo confesarle, que realmente estaba esperando esta propuesta, y admito, que me siento además de honrado, complacido, pero debo pedirle un favor, no se lo digan a Isabel por ahora, quiero pedirle su consentimiento para frecuentarla y quiero ser yo quien le proponga matrimonio el día de su cumpleaños y me gustaría que fuera ella quien tenga la última palabra, ya que no me gustaría que se casara conmigo en contra de su voluntad o por obedecer a su padre.

—   ¡No podía esperar menos de un caballero como usted! y por supuesto, tiene mi autorización para frecuentarla con el acostumbrado chaperón por supuesto.

—   No tiene de que preocuparse, yo nunca le faltaría al respeto a su casa, a su confianza y mucho menos a su hija; de eso puede estar seguro.

—   Lo sé Don Maximiliano, claramente se ve que proviene usted de una familia decente, por cierto, en alguna ocasión tendremos oportunidad de conocer a su familia, supongo.

—   Por supuesto, aunque debo decir que mis padres murieron hace ya muchos años, me sobrevive un hermano, él y su esposa estarán encantados de conocerlos, en cuanto les avise que pretendo casarme, seguramente vendrán inmediatamente a visitarme.

—   Y nosotros estaremos encantados de recibirlos en esta su casa.

—   ¿Antes de retirarme, me permitirían saludar a Isabel?, sólo si ella está dispuesta, no quisiera ser inoportuno.

—   ¡Oh, no don Maximiliano! ─ Dijo inmediatamente doña Leonor ─ usted nunca es inoportuno, Isabel de hecho ahora está despierta ha sentido deseos de bordar y de sentarse junto a la ventana, sin apoyar el pie claro está.

—   Me alegro mucho que esté de buen ánimo, es importante que guarde reposo, si queremos que esté lista para el día del baile.

—   Estoy segura que será una gran noche, y celebraremos además de su cumpleaños, el compromiso matrimonial entre ustedes –Añadió

Me despedí de don Fernando quien me abrazó diciéndome que ya me sentía como un hijo, porque estaba seguro que pronto seríamos familia y yo también lo esperaba, se había convertido en un gran anhelo para mi desposar a tan hermosa criatura.

Doña Leonor me acompañó hasta la habitación, en cuanto entramos, y la vi allí sentada junto a la ventana entretenida con su bordado como era la costumbre entre las señoritas de sociedad, mi corazón comenzó a latir tan fuerte que en ese momento comprendí el significado de lo que los blancos llamaban “Amor”.

─ ¡Señorita Isabel, se ve usted encantadora esta tarde! Los rayos del sol que entran por esa ventana hacen brillar aún más su cándida belleza ─ dije disfrutando como sus mejillas se llenaban de rubor ante mis palabras.

─ Favor que usted me hace don Maximiliano ─ dijo bajando la mirada totalmente ruborizada si atreverse a mírame de frente.

Me acerqué hasta ella y tomé su mano, me estremecí al sentir como temblaba ante mi contacto, sin embargo, no la retiro, permitió que me quedara con su mano entre las mías.

─ Su padre, me ha autorizado a visitarla, pero sólo lo haré si usted me lo permite ─ dije buscando cruzar su mirada con la mía.

─ ¡Oh, por supuesto, me encantaría! ─dijo sin pensar y volteando a ver a su madre en cuanto se dio cuenta de su respuesta que se consideraba inapropiada.

─ Entonces me retiro feliz por su respuesta ─ dije besando sus manos nuevamente y por unos segundos ella se atrevió a mirarme con esos ojos grandes y expresivos que iluminaron mi existencia desde el primer momento en que los vi ─ Mañana vendré a visitarla, y si me lo permiten, la llevaré al jardín para que respire la brisa fresca de la mañana ─ dije mirando a Doña Leonor esperando su aprobación, quien asintió con la cabeza.

Salí de esa casa lleno de ilusión y de amor en mi corazón, pero una sombra se cruzó en mi camino, el sol ya estaba ocultándose y un brujo convertido en cuervo estaba posado sobre un árbol en la plaza …  

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