Después de jugar como niños, desayunar al pie de la alberca y apurarnos para regresar a casa; todos nos reunimos en el lobby para hacer el check out antes de las 12. Ya vamos todos con ropa apta para la ciudad.
A modo de despedida a todos nos regalan unas tarjetas de cortesía en las que vienen incluidas tres días y dos noches gratuitas en el hotel, además de promociones al interior del mismo. Es demasiado además de las maletas de viaje (de una marca bastante cara y conocida) que nos dieron en la boutique.
-Señora Meléndez, nuestro jefe nos pidió que le diéramos esto antes de irse –me dice la recepcionista al entregarme una caja negra pequeña acompañada de dos rosas y una tarjeta que reza:
“Te amo. Lindo regreso a casa”.
-Oh, gracias –contesto sorprendida. No esperaba nada de Mau, pero tiene la habilidad de sorprenderme.
Voy caminado rumbo a las camionetas que ya nos esperan. El comandante Faros, que se le ve relajado (y contento después del triunfo de sus Diablos Rojos), va en la prim