A unos metros de la Hacienda Terneros, en Taxco, se encuentra estacionada una camioneta RAM todo terreno. Adentro están Rogelio y Mauricio fumando.
-¿No te contesta, verdad? –pregunta Mauricio a su conductor que viene despegándose el celular del oído.
-No joven, le digo que no quieren saber nada de nosotros.
-De mí.
-No sé de quién, pero la señora del señor Roberto me dijo que no le marquemos, que su tío y usted están muertos para ellos. Y ya, desde la primera que me contestaron ya no lo volvieron a hacer. Pero yo les sigo insistiendo, joven. Hasta que se cansen de mi..
-No importa, hay otras maneras de investigar. Vente, cabrón.
Los dos se bajan de la camioneta y se ponen a caminar un rato. Más adelante se encuentran a un señor de avanzada edad, está sentado afuera de su casa, tomando el sol de la tarde. El sitio se ve solo.
-Buenas tardes, don –grita Mauricio al anciano -, ¿cómo le va?
-Buenas tardes jóvenes. Bien, bien, con el favor de Dios. ¿Qué hacen por acá?
-Venimos a ve