Lionetta tomó la camiseta de Angelo por el borde inferior y la levantó, retirándosela de lanzarla a algún lugar de la habitación, sin preocuparse por dónde caía. Sus dedos comenzaron a recorrerle el pecho con lentitud, dibujando las líneas suaves que marcaban cada uno de sus músculos. Luego subió las manos hasta sus hombros y empezó a masajearlos.
La tensión marcaba las facciones de Angelo, y sus músculos estaban rígidos. Ella sabía que él estaba preocupado por ella y por lo que podría suceder, aunque no lo dijera en voz alta.
Se puso de pie y dobló una rodilla, bajando hacia el suelo. Angelo intentó detenerla, pero ella le regaló una sonrisa traviesa mientras negaba con la cabeza.
Terminó de arrodillarse frente a él y le quitó los zapatos uno por uno, seguida de las medias. Después, sin apartar la mirada, alcanzó su cinturón y lo desabrochó con calma, cada movimiento estaba destinado a provocarlo.
Intentó bajarle el pantalón, pero no tuvo mucho éxito. Necesitaba que él se levantara u