«Tenía una esposa», pensó Angelo.Una esposa que no era más que una desconocida con un rostro hermoso. No le resultaba indiferente, de eso estaba seguro. Recordaba haberse detenido a observarla más de una vez, cautivado por su encanto y seguridad. Pero más allá de eso, apenas habían compartido palabras.Entonces, ¿cuándo había cambiado todo? ¿En qué momento se había enamorado de ella, al punto de casarse?La miró, buscando dentro de sí alguna señal, un atisbo de emoción. Esperaba sentir una punzada en el pecho, algo que le confirmara que estaba enamorado de ella. Pero no sintió nada. Se sentía como cada vez que la había visto en el pasado: intrigado por lo que escondía detrás de su fachada de seguridad, pero eso era todo.Sin embargo, eso no hacía desaparecer las preguntas que se acumulaban en su mente como una tormenta, provocándole una jaqueca. La principal: ¿Qué había pasado en los últimos cuatro años?Lionetta se acercó con pasos lentos a él, casi temerosos. Sus padres y el médico
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