Los flashes destellaban uno tras otro. Varios fotógrafos llamaban el nombre de Lionetta, buscando una toma exclusiva. Angelo, sin embargo, apenas prestaba atención a lo que ocurría a su alrededor. ¿Cómo podía concentrarse en algo más que su preciosa esposa?
Se inclinó hacia ella y depositó un beso en su hombro desnudo. Lionetta giró el rostro y le regaló una sonrisa. Angelo no pudo resistirse a robarle un beso fugaz en los labios. Se quedaron mirándose por unos segundos, como si el tiempo se detuviera entre ellos, hasta que ella volvió la vista al frente.
La mirada de Angelo descendió al vientre de su esposa, donde comenzaba a crecer su tercer hijo… o hija. Se habían enterado hacía apenas un par de semanas, y él no podía esperar a ver cómo su cuerpo cambiaba otra vez por el embarazo, cómo se redondeaba su vientre y sus senos se hinchaban. El deseo comenzó a correr como lava ardiente por sus venas al imaginarlo.
Miró al frente, preguntándose cuánto tiempo más tendrían que seguir allí