El tiempo entre el descubrimiento de la noticia y la hora de la conferencia de prensa, eran completamente eternos. Como si el universo se estuviese preparando para la peor de las guerras y, aunque estuviesen preparados, venía con todo y sin ganas de dejar algo a su paso. Las oficinas del hotel Duarte eran un nido de pánico y locura, con empleados tratando de detener la cantidad extensa de llamadas de la prensa y de socios furiosos por los titulares que dañaban la reputación corporativa.
Alejandro no había agarrado la presidencia y ya estaba haciendo cosas indebidas. Obviamente, había socios peores que él, pero no iban a permitirle eso a Alejandro.
Mientras Gabriel, con la seriedad que siempre se cargaba, organizaba la logística con el equipo de Relaciones Públicas y preparaba a su padre para el impacto de lo que estaba por llegar. Sofía y Alejandro se refugiaron en la oficina, usando los últimos minutos para coordinar sus palabras y tener un minuto de calma, para darse amor y apoyo.