El día había sido de locos. Ayer, estaban planeando ser una pareja que intentaba estar juntas, inventando la excusa de un alquiler, para que los padres de Sofía no la alejaran de él, y hoy, las cosas explotaron en el rostro de los dos, antes del mediodía.
La vida era un poco divertida algunas veces.
La puerta del lujoso Penthouse de Alejandro se cerró detrás de ellos, dejando la locura de la conferencia de prensa, lejos de su burbuja de amor. Sofía sintió el cuerpo liberarse de la tensión, que había tenido durante todo el día. Alejandro se acercó y la besó con ternura. Se sentía aliviado de que ella no estuviera mal y que su nombre no siguiera manchándose, por mentiras. La abrazó con amor y la estrujó, haciéndola reír.
Era su bonita monkey-monkey de siempre. Solo que ahora, también iba a ser su esposa y estarían juntos por el resto de sus vidas.
—Se acabó la mentira del alquiler, mi querida prometida —susurró él, levantándola y girando con ella en el aire—. ¡Ahora me debes pagar con e