Maurice se encontraba en la penumbra de su refugio, contemplando la pantalla que mostraba la cara serena de Isabella en videollamada con su equipo. Aun así, su mente viajaba a meses atrás, a los instantes precisos en que trazó el plan para atrapar no solo a Isabella, sino también a su padre. Cerró los ojos y permitió que los recuerdos fluyeran, hablándole con la claridad brutal de quien ya no duda.
Zurich, seis meses atrás. Un café en una terraza junto al lago, la bruma de la mañana. El padre de Isabella, en su viaje sabático, disfrutaba del aire fresco y la libertad de quien ignora las amenazas ocultas a su alrededor.
Maurice recuerda la conversación con su informante local, un joven técnico de redes que él había sobornado:
Maurice:
“Necesito datos de itinerario. ¿Dónde se aloja el Sr. Morel? ¿Qué conexiones médicas tiene?”.
En el teléfono, la voz rápida del informante contestaba a sus preguntas
Informante:
“El Sr. Morel reservó en el hotel boutique junto al lago. Sale a pasear cada