Aún era muy temprano esa mañana cuando Isabella Morel entró en la sala de reuniones de Nova Labs. Nada en ella estaba fuera de lugar, iba vestida con un traje beige que aunque profesional resaltaba cada curva de su escultural cuerpo. Ella poseía una belleza natural, su cabello era marrón y ondulado natural, sus ojos café, era alta estilizada toda ella reflejaba elegancia y sensualidad. Ni un mechón de su moño alto se rebelaba. Era lunes, y como todos los lunes, esperaba eficiencia, cifras y silencio.Lo que no esperaba al entrar a la sala de reuniones era a Alexander Duvall sentado en la cabecera de la mesa de cristal, con su sonrisa torcida y un café en la mano como si estuviera en su sala personal.—Buenos días, Isabella —dijo él, sin molestarse en levantarse—. Tu secretaria me dejó pasar.Ella se detuvo. Por un instante, solo un segundo, sus ojos reflejaron sorpresa. Luego volvieron a ser hielo.—Esa será la última vez que lo haga —respondió, dejando su portafolio sobre la mesa co
Leer más