En un mundo donde los poderosos licántropos Alfa gobiernan desde ciudades flotantes y los humanos habitan las tierras de abajo, un amor prohibido une al heredero de los McTavish y a una humilde druida. Una ceremonia secreta, una noche de pasión y una brutal separación marcan sus destinos para siempre. Once años después, el destino reúne a quienes nunca debieron separarse. El Alfa, con la memoria alterada, no reconoce a la druida ni a los dos niños que lo miran con sus mismos ojos. Algo en ellos despierta en Malcolm una inquietud inexplicable que parece quebrar el hechizo que silencia su corazón. Cuando fuerzas rebeldes amenazan el orden establecido, Malcolm toma una decisión que cambiará todas sus vidas: llevar a la druida y sus hijos al lugar de donde ella fue desterrada, sin sospechar que está reuniendo a una familia que la magia y el poder intentaron destruir.
Leer más«Narra Josephine»
No pude controlar el temblor de mis manos mientras Malcolm deslizaba el anillo en mi dedo. No temblaba por nerviosismo o porque me arrepintiera, temblaba por miedo. Porque allí en los Dominios Elevados, donde solo vivía la élite de los Alfas, amar a quien no debías podía llevarte a la muerte.
—La luna y las estrellas son testigos de esta unión —dijo Malcolm, y noté cómo su voz, normalmente firme, también temblaba—. Yo, Malcolm I McTavish, te tomo como mi esposa y compañera de vida, a ti, Josie.
Ambos sonreímos cuando me llamó "Josie". Un pequeño momento de complicidad en medio del peligro.
—Josephine Fletcher... —susurré, diciéndole mi nombre completo.
Malcolm sonrió, mirándome con esos ojos grises azulados que tanto me gustaban, diciendo:
—Te tomo como mi esposa y compañera de vida, Josephine Fletcher…
En ese momento, nos encontrábamos en una pequeña cabaña abandonada en el borde del "Gran Bosque" que apenas era visible en la oscuridad. Pero dentro de la cabaña, las velas que habíamos traído nos iluminaban lo necesario para no estar completamente a oscuras. Ese lugar, tan sencillo, tan... simple, era un espacio indigno para el heredero de la manada McTavish; sin embargo, era el único sitio donde podíamos jurar amor eterno sin que nos descubrieran.
—Sé que no tengo derecho a ti —susurré, colocándole un anillo en su dedo—. Pero mi corazón no entiende de jerarquías ni de dominios —dije, alzando mi mirada hacia él porque mi Malcolm era más alto que yo por mucho.
Sí, "mi" compañero, mío... nadie podía quitármelo, o al menos eso era lo que deseaba creer, con mucho temor. En ese momento, Malcolm sonrió, y pude ver cómo sus hermosos ojos brillaron un poco. Para el mundo, él era el futuro líder de la manada más poderosa de Altocúmulo de los Dominios Elevados, el hijo del temible Lord Alfa Augustus McTavish. Para mí, simplemente era el niño que me había regalado una flor cuando llegué huérfana al castillo Wolfcrest —el hogar de Malcolm— hacía ocho años, cuando él tenía doce y yo apenas diez años.
—Al amanecer —comenzó a decir Malcolm, se le veía serio, podría jurar que estaba tan nervioso como yo, pero sabía disimularlo bien, después de todo, era un Alfa— tomaremos un dirigible hacia las Tierras Exteriores —dijo, sosteniendo mis manos—. Ya tengo los documentos falsos y suficiente oro para empezar de nuevo.
—Entiendo... —fue lo único que pude decir, intentando ignorar el nudo en mi garganta.
¿Realmente podría Malcolm, nacido en la cúspide de los Alfas, acostumbrarse a una vida lejos de los Dominios Elevados? En la parte baja donde solo vivían los menos afortunados, ¿podría yo vivir con la culpa de haberlo alejado de todo lo que conocía?
—¿Y si nos encuentran en cualquier momento? —pregunté sin poderlo evitar, mirando nerviosamente hacia la ventana.
—No lo harán —aseguró mi amado, aunque vi la duda asomarse por un instante en sus ojos, no lo culpaba, yo me sentía igual, él era muy importante, y yo... yo solo era un problema, desde el punto de vista del reino y las jerarquías—. En este instante, mi padre está ocupado con la recepción del embajador de las Tierras del Este. No notarán mi ausencia hasta mañana. Lo planeé todo a la perfección, mi "Druida Dorada".
Yo sonreí, así es como él me llamaba, "Druida dorada" era por mi cabello rubio, y porque... era una druida, aunque eso no me hacía importante, no en su mundo...
—No nos encontrarán —repitió Malcolm una vez más, como para convencerse a sí mismo de que así sucedería.
Sin embargo, él no mencionó lo que ambos sabíamos: si nos encontraban, él enfrentaría deshonra y exilio. Yo enfrentaría algo peor, posiblemente me colgarían como una criminal, ambos corríamos peligro en nuestra unión. Después de todo, los druidas que transgredían los límites con los licántropos Alfa no vivían para contarlo.
—Continuemos —dijo el anciano druida que nos casaba, carraspeando su garganta, como diciendo así que continuáramos con la ceremonia.
No estábamos solos, por supuesto que no. Malcolm y yo convencimos al anciano druida Alder, mi mentor y a quien consideraba casi un padre, para que nos casara y así nuestro matrimonio fuera legítimo ante las leyes, los dioses y la tierra. Confiábamos mucho en él, gracias a los dioses accedió a ayudarnos. Su rostro arrugado mostraba tanto apoyo como preocupación en ese momento.
—Deben completar el ritual antes de la medianoche —nos recordó Alder—. La luna llena está en su punto más favorable para sellar un vínculo entre compañeros destinados.
Malcolm asintió y tomó el pequeño cuchillo ceremonial. Sin titubear, hizo un corte en su palma, y luego, con infinita delicadeza, también cortó la palma de mi mano. Nuestras sangres se mezclaron cuando unimos nuestras manos.
—Mi sangre a tu sangre —recitamos juntos al unísono como si dijéramos un coro—. Mi vida a tu vida, mi alma a tu alma —sonábamos hermosos recitando el ritual de unión.
Sonreí mirando a mi amado mientras sentía un calor extraño pero agradable ascendiendo por mi brazo. Los druidas siempre describían el vínculo entre compañeros destinados como algo místico. Cuando dos almas predestinadas unen sus sangres, ocurre algo verdaderamente increíble, una sensación indescriptible. Ahora lo entendía. Era como si una parte de Malcolm viviera en mi interior, y una parte mía en él. Después de todo, éramos almas gemelas, a pesar de que yo era una humana Druida, y él un hombre lobo Alfa... a pesar de que la sociedad dijera lo contrario, Malcolm y yo éramos la mitad del otro.
Después de la unión de nuestras sangres, Alder comenzó a cantar suavemente en el antiguo idioma druídico, y las velas parpadearon. Ese era el momento más peligroso del ritual. Si algún licántropo captaba la energía que estábamos liberando...
Fue en ese momento que escuchamos un crujido en el exterior que me heló la sangre... ¿nos habían descubierto?
Pero los cambios que habían resultado de haber expuesto a solo una familia corrupta, como los Silvercliff-Briarcrest, habían transformado permanentemente los Dominios Elevados de maneras que trascendían cualquier satisfacción que Malcolm pudiera haber sentido por el destino de los que le hicieron pasar por tantas penurias. El sistema judicial había sido reformado para incluir protecciones inquebrantables contra la corrupción. Las transferencias de propiedades ahora requerían revisión independiente por comisiones especializadas. Los nobles enfrentaban consecuencias reales y devastadoras por cualquier abuso de poder.Una nueva generación de magistrados había sido entrenada bajo estándares éticos estrictos, con supervisión constante y rotación regular para prevenir la formación de redes corruptas. Sistemas de transparencia obligatoria habían sido implementados, requiriendo que todas las transacciones financieras importantes entre nobles fueran documentadas y disponibles para revisión públ
Seis meses después de la restauración de la familia McTavish, Vaporaria fue sede de la boda más elaborada que había visto en décadas. La ceremonia unió no solo a Zacary McTavish y Cassy, hija de Eloy, sino que simbolizó la unión de la aristocracia tradicional con la innovación industrial que había revolucionado los Dominios Elevados.La ceremonia se realizó en los jardines que Josephine había expandido para incluir las plantas más hermosas de todos los Dominios Elevados, creando un ambiente que combinaba magia natural con elegancia aristocrática. Invitados llegaron desde todas las islas flotantes, incluyendo muchos de los nobles que habían apoyado las reformas inspiradas por la revelación McTavish.Cassy, vestida con un vestido que combinaba la tradición aristocrática con innovaciones técnicas que incorporaban cristales de energía para crear efectos de iluminación sutil, era exactamente la novia que había soñado ser durante años de esperar el momento apropiado.Zacary, ahora oficialmen
Dos meses después de la revelación y el juicio que había restaurado de manera oficial la identidad de Malcolm como Lord McTavish, una conversación importante se desarrollaba en la sala principal de su hogar en Vaporaria cuando estuvieron de regreso.Malcolm había convocado una reunión familiar para discutir su futuro. Con su nombre y títulos restaurados, con las propiedades McTavish devueltas de forma oficial, tenía opciones que no había tenido en diez años. Podía regresar a Altocúmulo, reconstruir el imperio que había perdido, reclamar su lugar entre la alta sociedad de los Dominios Elevados, si así lo deseaba.—Ahora que todo ha sido resuelto —comenzó Malcolm, observando a su familia reunida—, necesitamos decidir dónde queremos hacer nuestro hogar de forma permanente. Las propiedades McTavish en Altocúmulo nos han sido devueltas. Podríamos regresar al castillo, restaurar el legado familiar...Se detuvo cuando notó las expresiones de alarma que cruzaron los rostros de Zacary y Lyra. L
La Druida Superiora observó el despliegue de poder con una expresión que luchaba entre el asombro, la envidia y algo que podría haber sido pesar. Finalmente, después de varios momentos de silencio tenso, habló:—Es... extraordinario —admitió la Druida Superiora con voz tensa—. Cuatro Druidas Dorados en una sola familia. Es algo que no se ha visto en siglos.Pero luego su expresión se endureció, como si recordara viejos rencores.—Aunque eso no cambia el hecho de que trajiste... complicaciones a este monasterio durante tus años aquí —añadió con una acidez que no pudo disimular—. Tus decisiones pusieron en peligro la reputación de nuestra orden.Zacary, quien había estado callado durante todo el intercambio, dio un paso adelante. Su altura y presencia física, combinadas con la autoridad que había heredado de su padre, hicieron que la Druida Superiora retrocediera un paso.—Druida Superiora —dijo con voz controlada pero claramente molesta—, mi madre no trajo complicaciones a este lugar. U
Cinco días después del juicio principal de Sarah y Nathaniel, toda la manada McTavish se encontraba reunida en las Tierras Bajas, dirigiéndose hacia el Monasterio Niebla tal como habían prometido. Malcolm y Josephine caminaban al frente, flanqueando a Logan y River que eran un par de tiernos niños de nueve años, quienes observaban con curiosidad el edificio de piedra que se alzaba ante ellos. Detrás venían Zacary y Lyra acompañados por sus respectivas parejas, Cassy y Joshua. Gael y Nelly cerraban la marcha con sus propias hijas, Sabina de seis años y Darla de cinco, mientras que Eloy caminaba junto al Druida Alder, intercambiando comentarios sobre la arquitectura del monasterio. Era extraño para todos estar ahí sin necesidad de esconderse, sin ser unos fugitivos, sin documentos falsos, sin la tensión constante de ser descubiertos. Seis años atrás, cuando habían pasado cerca de este lugar durante su escape, en aquel tiempo cuando iban al Distrito Verde, habían tenido que mantenerse al
El retorno del Lord McTavishZacary, manteniendo la mano de Cassy firmemente en la suya, observó el lugar donde había practicado sus lecciones de escritura con su madre.—Para mí también fueron días especiales —admitió—. Era la primera vez que tenía un padre real, una familia completa. Recuerdo lo emocionado que estaba cada mañana al despertar y ver a mi papá desayunando con nosotros.—¿De verdad? Pensé que en ese tiempo no te agradaba —dijo Malcolm mirando a Zacary con una sonrisa.—Si te quería, papá —respondió Zacary, sonriendo—, pero era un niño desconfiado, sin embargo, el instinto es innegable.Malcolm se acercó a su hijo, y lo atrajo hacia él besándole la frente y luego de eso se dirigió a la ventana que daba hacia donde una vez habían estado las caballerizas. Ahora solo quedaban algunos postes de madera podrida, completamente cubiertos por la vegetación silvestre.—En este lugar —dijo Malcolm, con su voz volviéndose más íntima mientras rodeaba la cintura de Josephine con sus br
Último capítulo