74. Sangre en la garganta..
Narra Lorena.
El primer estallido sacude el almacén como si un tren hubiera chocado contra las paredes podridas. El estruendo me vibra en los huesos mientras el polvo cae en cascadas sobre mi cabeza. Desde mi escondite en las alturas, entre vigas oxidadas y telarañas, apenas logro mantener la respiración contenida. Sonrío. Ruiz ha entrado. La trampa ha comenzado a cerrarse.
El segundo estallido llega casi al instante, más cerca, acompañado de un grito ahogado. Alguno de los suyos ha pisado mal. Mejor.
El humo empieza a cubrir todo en una bruma sucia, densa, perfecta para lo que sigue.
—¿Eso fue uno de los explosivos grandes? —pregunta Clarita, arrastrándose hasta mí por la viga, su cara cubierta de hollín y una sonrisa de emoción cruel en los labios.
—No —respondo—. Eso fue solo el aperitivo.
Desde nuestra posición privilegiada veo cómo Ruiz avanza, flanqueado apenas por dos de sus hombres. Se mueve rápido, los sentidos alerta, como un lobo viejo en terreno enemigo. No le sirve de nad