547 El intento de morir.
Narra Ruiz.
La noche en que decidí morir no fue diferente a tantas otras, la mansión estaba en silencio, los pasillos respiraban esa calma de cementerio que se pega en las paredes y uno casi puede oír el peso del tiempo oxidándose, pero dentro de mí algo se quebró, algo que ya no soportaba ni un minuto más; porque hay un punto en el que la humillación no se multiplica, simplemente te carcome hasta vaciarte, y yo estaba vacío, un cascarón de lo que alguna vez fue el rey del hampa, reducido a un animal marcado, un prisionero que ni siquiera podía elegir cuándo cerrar los ojos para siempre.
Esa noche caminé hasta el borde del estanque que Tomás tenía como adorno, porque para él todo es decorado, hasta el agua es un espejo para contemplarse; lo miré un largo rato, hasta que la superficie dejó de ser agua y se volvió promesa, la única salida, la puerta a la nada, y me metí sin pensarlo demasiado, sin despedidas ni rezos, simplemente me hundí como un cuerpo que regresa a la tierra, y cuando