233. Soy un hombre reinventado.
Narra Ruiz.
A las siete en punto, el sol lame los cristales del ático como un amante puntual.
La ciudad —esta ciudad que no diré cuál es porque a veces me gusta imaginar que el mundo entero es mío— bosteza en francés, en alemán, en italiano, en códigos bancarios.
Yo desayuno en silencio. Me afeito con una navaja que podría matar si me lo propongo, y visto un traje de diseñador que huele a control.
Soy un hombre reinventado.
Mi nombre legal no existe. El que figura en los registros mercantiles es otro. El rostro que sonríe en las revistas financieras ha sido pulido por los mejores abogados del continente.
Para el mundo, soy el CEO de una firma tecnológica emergente que cotiza en la bolsa.
Para los idiotas que siguen buscándome con fotos pixeladas de hace cinco años, soy un fantasma.
Pero esta mañana algo cruje.
Luisito no aparece.
No responde los mensajes.
Y Luisito no es el tipo que se pierde.
Es un perro fiel, un rufián elegante, un bastardo que sabía estar callado cuando debía.
Yo l