MONSERRAT
El regreso del hospital me dejó con el alma en pedazos. Escuchar a Leonardo decir en voz alta la palabra cáncer fue como sentir que el suelo se abría bajo mis pies. Pero cuando vi a Ignacio a mi lado, tan frágil y a la vez tan valiente, comprendí que no tenía otra opción más que mantenerme fuerte.
No voy a dejar que la tristeza me domine. Ignacio necesita de mí, y yo necesito de él. Si este es el reto más grande de nuestras vidas, lo enfrentaremos juntos.
A la mañana siguiente, me levanté antes que Ignacio. Lo observé dormir, con su rostro sereno y sus pestañas largas cayendo sobre la piel pálida. Quise llorar,