CAPÍTULO 157
JULIAN
Después de tantas semanas de tensión, de heridas que aún cicatrizan y noches sin dormir, al fin hay algo que celebrar. Es la boda de Claudia y Juan, nuestros grandes amigos, y siento que todo empieza a acomodarse.
Llego a casa de Monserrat para recoger a mis chicas. Me recibe su abuela en la puerta, con esa sonrisa que siempre me recuerda que hay bondad incluso después del caos.
— ¡Julián, justo a tiempo! —dice con una picardía que me hace sonreír—. Mi nieta está terminando de arreglarse. Vas a tener que esperar unos minutos.
Asiento, divertido. No me importa esperar. Cada minuto vale la pena si al final la voy a ver.
Y cuando aparece… me quedo sin aire como siempre.
Monserrat baja las escaleras con un vestido color lavanda, sencillo pero tan elegante que por un momento olvido todo lo demás. Su cabello cae en ondas suaves sobre los hombros, y sus labios tienen ese tono rosado natural que tanto me gusta.
— ¿Qué pasa? —pregunta, notando mi expresión.
— Nada… —le resp