PRÓLOGOCamino por un pasillo interminable, la alfombra roja vibrante bajo mis pies, salpicada con pétalos de rosas blancas y lilas. En mis manos, un ramo delicado de flores blancas y rosa pálido. El vestido se enreda con los pétalos, pero no me detengo. Quiero llegar al final. Acelero el paso y mi respiración se sincroniza con el ritmo de mis latidos.Al final del pasillo, busco rostros familiares: mis padres, mis amigos… pero no hay nadie. Solo un hombre, parado bajo una pérgola de madera. Su espalda es todo lo que veo. Me acerco, y él se gira. Lleva un traje negro, corbata color vino, y en sus manos, una pequeña caja. Me sonríe. Es Julián. Hermoso, como siempre.Un golpe en la puerta me arranca del sueño, y la realidad me invade. Hoy es el día. El día que tanto he esperado. La última noche en mi habitación de niña ha quedado atrás.—Buenos días, mi niña —dice mi abuela, entrando con una sonrisa cálida—. Espero que hayas dormido bien. Nos espera un día largo y hermoso.—Buenos días,
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