CAPÍTULO 156
MONSERRAT
Estas últimas semanas han sido un torbellino. La empresa por fin empieza a estabilizarse después de tanto caos. Las reuniones con los abogados, los cierres contables, las entrevistas con la prensa… todo parece, poco a poco, tomar su cauce. Serán años duros, sí, pero saldremos adelante. Lo sé. Lo siento en el alma.
Sin embargo, en medio de todo ese esfuerzo, me he olvidado de mí.
Duermo mal, como peor. Paso horas frente al escritorio revisando documentos, saltándome comidas, sobreviviendo a base de café y galletas que ni siquiera me gustan. Y desde hace algunos días, algo cambió. Me siento más cansada de lo normal, como si mi cuerpo me estuviera pidiendo descanso a gritos.
Al principio pensé que era el estrés, pero ahora… ahora no estoy tan segura.
El simple olor del café me revuelve el estómago. La fragancia del perfume que uso desde hace años me resulta insoportable. Tengo el apetito por el suelo, y cualquier cosa me provoca náuseas.
Esta mañana, mientras me ce