JULIAN
Ese día había empezado como cualquier otro. Entrenamientos, juntas con ingenieros, correos por contestar, y una ansiedad constante que ya se había vuelto mi sombra desde que Monserrat había vuelto a mi vida. No esperaba nada fuera de lo normal… hasta que sonó mi teléfono con un nombre que nunca imaginé ver en la pantalla: Ignacio.
Al principio pensé que era un error, o quizá algo del equipo. Pero su voz al otro lado me dejó helado:
—Julián, ¿podemos vernos? Necesito hablar contigo… de algo personal.Personal. Esa palabra me atraves&oa