JACKSON
Todavía no estoy convencido de esto.
Es un disparate.
—Sin chaqueta —dice como si nada.
—Me gusta la chaqueta —replico.
Según Sonya y en concordancia con mi prometida, mis socios y los más allegados a mi círculo se reunirán en Galaxia, un club al este de Manhattan, donde suelen encontrarse a menudo.
—A mí me gustas con o sin, pero, —masticando una inmensa galleta mantecosa y con chispitas se me acerca—, hoy opino que debes ir con camisa.
Explayo las manos y me la quedo viendo.
Está feliz, alegre, cantarina y eso sólo aumentan mis celos y desconfianza.
Si yo salgo... ¿Qué me garantiza que ella no lo hará?
—Polaca, no tengo ganas de ir.
Voy por la cintura de la enana y aguantando la sonrisa retrocede, impidiéndolo.
—No es tu querer sino el mío —sisea—. Yo sí quiero que vayas.
—¿Por qué? —la enfrento—. ¿Para qué? —sin poder controlar los celos; celos tan enfermizos como corrosivos, la tomo del brazo frenando su retroceso—. Te vas a meter en un putero, ¿eh? ¿Con quién piensas revo