El sol acariciaba la ciudad con una calidez suave cuando Aelin descendió las escaleras de mármol vestida con un conjunto marfil de diseñador, su cabello peinado en ondas controladas y una leve sonrisa en los labios. Sasha la esperaba junto a la puerta con una expresión profesional, pero con una chispa de orgullo en los ojos.
—¿Lista para arrasar con la élite de la moda? —preguntó Aelin mientras se ajustaban las gafas oscuras.
—Siempre lista, señora. —Sasha asintió con respeto—. El centro comercial ya ha sido asegurado. Nuestros ojos están atentos, pero su presencia causará impresión por sí sola.
Ambas subieron a una limusina discreta, sin escolta visible. Era parte del encanto. Nadie debía sospechar aún que la «dama misteriosa» era más que una clienta con gusto exquisito.
El centro comercial estaba en su hora más concurrida. El eco de tacones sobre el mármol se mezclaba con murmullos de moda y risas discretas. Aelin y Sasha entraron a una de las boutiques más exclusivas: Maison Eléono