La pistola de nácar

La mujer se apareció en cuanto Massimo se fue, estaba esperando en algún lado. Demasiado sincronizado todo. Por lo que Alessandro me contó estaba prohibida en la casa, hasta decir su nombre, pero ella pasó igual.

—Soy la madre de Isabella. Quiero ver a mi hija —me dijo mirándome de arriba abajo. Ni siquiera tuve tiempo de sacarme el vestido.

—No hay nadie. Lárgate.

Después todo se fue al carajo. Francisca empezó a los gritos, a demandar, a exigir. Isabella apareció de la cocina y se armó un delirio de más gritos y llantos. Y Massimo no estaba. Alessandro tampoco. Los pocos hombres que estaban en la casa no querían tocarla. Resultaron caballeros, los muy inútiles.

Uno trató de agarrarla de un brazo y ella le dio una patada en la rodilla. ¿Esa era la bailarina del Dollhouse? Tenía más modos de asesina serial que de stripper. E Isabella no dejaba de llorar como una histérica.

—¡No tengo madre! —le gritó, desesperada.

—¡Claro que tienes! —respondió ella—. ¡Yo soy tu madre! Tu padre me ech
Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP