MATTHEW GRAYSON
La vi llegar, bajar del auto y casi tropezar con la caja aún en sus manos. Por extraño que pareciera, no me sorprendió, era como si una parte de mí, esa memoria fantasma que aún vagaba por mi cabeza me dijera que era obvio, que Julia no era la clase de mujer que se quedaba callada, que agradece los detalles, que puedes comprar con lujos, que un vestido fino y joyería no son suficiente pago por su dignidad.
Julia no era Sharon.
—¡Suficiente! —gritó en cuanto rebasó la puerta. Me quedé al pie de las escaleras, viendo su cabello desordenado y su energía de troglodita encapsulada en su cuerpo tan pequeño—. ¡No quiero nada de ti!
Sus ojos me buscaron ambicios