Scott un hombre de 30 años que tras la muerte de su familia se hizo cargo de sus sobrinos. Durante los pasados 5 años ha vivido como padre soltero manteniendo las relaciones románticas fuera de la vida de los niños. Heredero de la fortuna de su familia tras 5 años de negociaciones logra conseguir la mayoría de las acciones de una cadena de tiendas, pero con ello adquiere también el tener que resolver los problemas de abusos a sus empleados, ahí conoce a Mariela una joven que con su personalidad es la lieder de los trabajadores para pedir solución a sus peticiones. Mariela es una joven que tal vez ha vivido una situación muy parecida a la suya convirtiéndose en madre soltera desde los 19 años cuidando al hijo de su hermana. Scott verá en ella una mujer con carácter muy distinto al que está acostumbrado y tal vez para su sorpresa sea la única que de verdad entienda su dolor. Ambos deberán enfrentar la maldad de la ex novia de Scott que vuelve de su pasado junto a más de algún otro personaje que harán todo para impedir esa relación, aunque ellos tendrán en esos niños unos aliados que estarán dispuestos a todo por conseguir al fin una familia. Con un toque de humor no será fácil, pero ¿Qué tal si lo intentamos?
Leer másNuevamente Scott despertaba habiendo pasado una de esas noches en las que no sabía si deseaba que la noche terminara o que en realidad no llegara el amanecer.
Miró su teléfono y lo primero que vio fueron 5 llamadas perdidas de Whitney.
—¿Qué esta mujer no se cansa? —dijo en voz alta de mala gana casi regañando al teléfono como si de esa manera ella lo pudiese escuchar.
No podía entender que había sucedido, para él esa relación había terminado hace 5 años y de pronto hace dos meses despertó en un hotel abrazado a ella, ambos completamente desnudos después de que ella asegurara habían vuelto y él le había propuesto matrimonio, pero lo peor de todo era que no recordaba ni siquiera como había llegado ahí.
Jamás había soportado el hecho de que una mujer rogara por una relación, pero al parecer Whitney no entendía eso y después de esa noche ya no sabía qué hacer para que no lo siguiera buscando.
Quiso olvidar por unos momentos esas llamadas, tenía demasiado en mente como para preocuparse de ella, como pudo se subió a la caminadora para sus 30 minutos infaltables de cardio, eso era lo único que despejaba su mente, le gustaba correr temprano viendo la ciudad desde lo alto, esos eran los privilegios que le daba vivir en el piso 50 de Dalton Street en Boston.
Dueño al fin desde hace menos de una semana de la mayoría de las acciones de la cadena de tiendas más conocidas del país, llevaba ya cuatro años tras esas acciones que al fin le daban el control de la compañía como accionista mayoritario y tal vez de esa manera resolver los problemas de los trabajadores que cada vez se hacían más evidentes.
Como cada mañana se vistió de manera elegante, eso no podía cambiar y justo en el instante que se está arreglando el nudo de la corbata siente nuevamente su teléfono.
Whitney una vez más —¿Qué quieres, por el amor de Dios?
—¡Tenemos que hablar no me puedes dejar así! —era casi el grito de esa mujer al otro lado del teléfono.
—Lo nuestro terminó hace cinco años, ¿por qué no has entendido eso?
—¡Tú me prometiste hace dos meses que no me habías olvidado, por eso creí en tus palabras y acepté entregarme a ti!
—Primero yo no recuerdo nada de lo que dices y segundo ambos sabemos bien que hace años pasamos muchas noches juntos y en estos años no he sido el único que ha tenido noches de pasión, así que no me salgas con eso.
—¡Eres un maldi…!
Scott simplemente cortó la llamada y ya no quiso seguir escuchando, nuevamente sonó su teléfono y esta vez sin ni siquiera mirar Scott respondió —¡Por Dios Whitney ten dignidad!
—Hermano yo no soy Whitney ni siquiera me parezco un poquito, imagino que la tóxica —como solía llamarle Juan —te volvió a llamar, por favor ahora olvida eso es importante que veas la televisión.
—¿De verdad hermano? —respondía con ese acento entre hispano y americano que había aprendido de Juan en esos años —No tengo tiempo para ponerme a ver la televisión en estos momentos.
—Mira yo creo que esto es importante en especial ahora, que acabas de adquirir las acciones con las que tienes más del cincuenta por ciento de la compañía.
—¿De que estas hablando? —preguntó esta vez ya intrigado.
—Recuerdas que estuvimos conversando de la forma en la que la compañía estaba tratando a sus trabajadores y tú decidiste invertir para poder remediar eso.
—Si claro, esa es la razón por la que las compré, ya que siempre que pedí el apoyo para solucionar los problemas no lo conseguía y en especial por culpa de Aaron, el primo de Whitney.
—Creo que ella nunca va a perdonarte que hayas elegido a tus sobrinos por sobre ella.
—Pero en realidad yo no estaba preparado para una relación formal en ese momento, sólo tenía 25 años y una gran responsabilidad, aunque nada hubiese pasado no era el momento para nada serio.
—Ya lo sé, no tienes que decirlo, pero por favor ¡Enciende la televisión! —demandó Juan.
Y aunque de mala gana Scott tomó el control remoto que estaba sobre la mesa de noche, no necesitó ni siquiera cambiar de canal para encontrarse con una noticia donde los empleados de la tienda más importante de su cadena que estaba ubicada en pleno Manhattan se habían ido a un paro de 24 horas solicitando que la compañía hiciera ajustes y denunciando abusos hacia sus empleados.
De pronto el reportero entrevista a una chica y ella simplemente tomó el micrófono casi sin darle tiempo a nada y mirando a la cámara fijamente dijo —Mire jefe, aquí nos tiene, ya estamos cansados, como se ve que usted no tiene ni la más mínima idea de lo que es el trabajo de verdad, de seguro amanece en su super cama cubierto en sábanas de algodón en su departamento de lujo con la mejor vista a la ciudad, usted que de seguro tiene un closet lleno de trajes de marca hechos a la medida y no sabe lo que es ni prepararse una taza de café.
El reportero trató de quitarle el micrófono, pero la chica simplemente no lo dejó y mientras Juan seguía diciendo en el teléfono —¿Hermano estas ahí? Creo que tenemos que hacer algo urgente.
Scott simplemente se había quedado viendo la televisión entre embobado y enojado y lo siguiente fue —¿Quién se cree esa mujer? ¿Por qué se siente con el derecho a hablar de mí y mi vida? ¿Qué le importa como son mis sábanas?
Mientras escuchaba de fondo en la entrevista a una chica que decía —¡Así se habla amiga!, ¡no nos podemos dejar ya basta de abusos!
—¡Abusos! ¿Quién fregados está abusando de ella? —dijo enojado tras escucharla.
—Eso es algo que debemos investigar —le respondió Juan.
—No te preocupes —respondió mientras apagaba el televisor tirando el control sobre la cama sin escuchar el resto de la entrevista y antes de salir dijo —Te veo en la oficina, es hora de saber en realidad que está pasando con esa gente en especial la loca esa.
—Como que te pego fuerte la chica… es decir la loca esa.
—¿Qué les pasa a las mujeres? me persiguen solo locas —dijo un tanto enojado, aunque debía reconocer que la chica tenía lo suyo.
Nada más salía de su habitación y dos niños corrieron a abrazarlo
—Hola papi Scott ¿cómo estás? —dijo Mark.
—Recuerda que nos prometiste que haríamos algo entretenido esta semana —le recordó Travis que por esos dos minutos que tenía de hermano mayor por haber sido el primero en nacer siempre era el primero en recordarle las promesas.
—Es verdad tú lo prometiste —dijo Mark quien siempre repetía como loro todo lo que su hermano decía.
Desde hace tres años cuando Scott les mostró un video de ellos junto a sus padres y decidió que los niños lo podrían llamar papá y así no sentirse que no tenían una familia además de evitar con eso las burlas de los niños en la escuela.
Alguna vez pensó en buscar una pareja y casarse, quería que los gemelos tuvieran una mamá, pero no había encontrado a esa mujer que debía ser especial y lo peor que entre familias de dinero lo único que veía era alguna chica que según su familia sólo quería un matrimonio para hacer crecer más su fortuna.
Como podía ser que un tipo con todas sus características no tuviera suerte en el amor y cuando está tratando de imaginarse como sería tener a una mujer en su vida Travis lo despertó de ese segundo de fantasía.
—¿Cuándo vamos a ir a la ciudad?... tú prometiste que iríamos y nos quedaríamos en un hotel de lujo —dijo el niño mientras levantaba las cejas con picardía.
—Si un hotel grande con piscina y jacuzzi —agregó Mark.
—Quieren jacuzzi… pero si hay uno aquí.
—Pero en un hotel sería entretenido con servicio a la habitación —dijo Travis.
—Sí, yo quiero servicio a la habitación —agregó Mark.
—Déjenme ver qué puedo hacer hoy en la oficina y esta noche hablamos, ¿les parece? —respondió Scott ya que en realidad desde que se había hecho cargo de sus sobrinos nunca había podido negarse a sus ideas.
Se despidió de Sarita su ama de llaves después de recibir de ella su café listo como a él le gustaba, aunque siempre con el comentario —Mi niño deberías comer algo no sólo el café no te nos vayas a enfermar.
Sarita ha estado en su familia desde que era un niño y ya con casi 60 años se resistía a la idea de dejar de trabajar, para ella Scott era su familia y para él, ella era lo más cercano a una madre que le quedaba, así que la idea de hablar sobre la jubilación había quedado olvidada hace mucho tiempo, incluso después de que hablaron sobre eso el día en él que decidió llevar los gemelos a casa.
En la entrada del edificio estaba esperando como cada día su chofer —Buenos días, señor Newman —dijo como siempre ese hombre que era una mezcla de chofer y guardaespaldas por lo alto y fuerte, siempre con una actitud seria, aunque en realidad eran sólo apariencias todos los que lo conocían sabían que le encantaba contar chistes.
—Buenos días, Tom —respondió Scott como siempre mientras ya en carro revisaba su celular nuevamente lo primero que vio fue la imagen de la chica, miró su taza de café y de pronto no pudo evitar pensar que para su desgracia ella tenía razón en mucho de lo que decía.
En menos de 15 minutos Scott ya estaba llegando a su oficina saludó como cada mañana al portero ya que su padre siempre le inculcó eso, caminó con prisa al elevador mientras la imagen de esa chica seguía en su cabeza.
¿Con que derecho esa mujer hablaba con tanta certeza de alguien que nunca había visto? Pensaba una y otra vez mientras el elevador subía al piso 22 donde estaban sus oficinas, al abrirse la puerta de inmediato una secretaria corrió a recibirlo con una libreta para saludarlo y darle su reporte.
—Buenos días, señor Newman —dijo mientras caminaba a prisa junto a él.
—Buenos días, Nancy ¿no me diga que ya le llamaron de algún canal de televisión? —preguntó Scott levantando la ceja, cosa que hacía cada vez que sabía la respuesta a su pregunta.
—Como que ya está informado… bueno usted nada más nos dice lo que tenemos que hacer y no se preocupe.
Nancy había sido una fiel secretaria de su padre y llevaba por lo menos 15 años en la compañía, conocía a Scott desde que era un adolescente y durante esos años había ganado su confianza, en especial ayudándolo a deshacerse de más de una tóxica que quiso que una relación de una noche pasara a más.
Scott entró a su oficina mientras Nancy lo observaba al otro lado del escritorio y no pudo evitar decir —por la amistad y el aprecio que le tengo me atrevo a decir que hoy lo veo diferente.
—Nancy tal vez eres una de las personas que mejor me conocen ¿Tú crees que soy una mala persona?
—¡Claro que no! —respondió ella de forma muy seria —¿Por qué dice eso?
—De pronto me doy cuenta de que necesito de todos para incluso hacer las cosas más simples.
—Debe tener en cuenta que es un hombre muy ocupado, todos los que trabajan aquí saben bien que está al pendiente de las personas a su alrededor.
—Si, pero he tenido ayuda de ti, Sarita y Juan hasta de la tía Juanita cuando he estado en problemas, pero en muchos aspectos de mi vida soy un inútil y lo acepto.
—No se trate así —respondió Nancy casi con un tipo de reproche.
—Es verdad… yo no podría por ejemplo sobrevivir sin ayuda.
Nancy sólo negó con la cabeza, aunque debía ser honesta ella sabía muy bien que las palabras de Scott no estaban tan erradas y justo cuando iba a salir de la oficina escuchó.
¿Me puedes decir si es muy difícil preparar una taza de café? —preguntó Scott con una sonrisa mientras levantaba la ceja.
En el interior de la casa en una habitación los niños y Mariela estaban amarrados y mientras los 3 pequeños no dejaban de llorar por el pánico que sentían, Mariela trataba de tranquilizarlos diciéndoles que de seguro Scott ya los estaba buscando, que no tardarían en encontrarlos, aunque para ese entonces ya tenía sangre en las muñecas tratando de soltarse. De pronto sintió una suave brisa que no entendía de dónde venía y soltó las amarras en sus manos sin poder explicarse como, aunque no era el momento de buscar explicaciones, se soltó las ataduras en los pies y después se acercó a los pequeños soltó a Miguelito que estaba junto a ella, este ayudó a Travis mientras ella soltaba al pequeño Mark. —¡Shhh! —les hizo una señal para que no hicieran ruido. Se acercó con calma hacia la puerta sacándose los zapatos mientras escuchaba a Whitney como loca reclamarle a su madre —Ya deja de preocuparte de seguro a Daddy ya lo encontraron sin vida después de que le aplicaste ese poquito de presió
—Creo que he hablado claro, pero te lo explicaré de nuevo… Tú te casas conmigo y tal vez, sólo tal vez, deje vivo esos mocosos… aunque mi condición es que los regales… los mandes a la China, me importa poco lo que hagas con ellos y con la ridícula que tienes por amante y su bastardo, ahí si no te prometo nada. —¡Estas loca! —le gritó Scott. —Cariño no te estreses, ya sabes que siempre he estado loquita, pero por ti, además esa última noche juntos hace unos meses fue memorable, tal vez sea yo la que te pueda dar un hijo, que tal una pequeña Whitney, ¿no te gustaría? —Crees que nunca me iba a enterar de que me drogaste, jamás pasó nada entre nosotros, mejor dime cuanto quieres y terminamos esto. —Ya te lo dije, tienes 2 horas cariño, sólo dos horas y te volveré a llamar, te quiero listo con traje para convertirte en mi marido, quiero incluso que me beses apasionadamente frente a esta… cómo se supone se llama —dijo mientras con una sonrisa malvada miraba a Mariela —bueno el nombre n
Era algo extraña esa presencia de Roman nuevamente, pero Liz escuchó las indicaciones viendo como esa imagen se desvanecía frente a ella dejando en el aire un ligero aroma a flores que puso una sonrisa en su rostro, debía buscar la manera de entregar esa información sin que nadie pensara que estaba loca.—¿Por qué no le dijiste a Arthur? —preguntó en voz alta.Y la voz respondió —Me gusta más hablar contigo, además él se asusta mucho cuando me ve, se ve más pálido que un fantasma.Luz se restregó los ojos, mientras reía abrió su laptop, necesitaba pedir ayuda, aunque no sabía a quién y las primeras personas en las que pensó fueron en Kim y Andrew.—Hola Kim ¿cómo estás? cuando tengas un momento me avisas por favor, necesito ayuda —le envió un mensaje por W******p.—Hola Liz, ¿cómo está la pequeña Luz? —fue la respuesta en menos de 5 minutos.—Creciendo a la velocidad de su nombre ¿Cómo están ustedes?—Feliz, más ahora que Andrew se tomó este mes para estar en casa con nuestro pequeño C
Al parecer Ken pudo identificar en la tienda a la famosa secretaria que tenía aun durmiendo al señor Becker en el hospital, en el video se veía que estaba acompañada del mismo hombre que salió con ella del hotel y por lo que había podido investigar esa mañana ese profesor de tenis buscaba mujeres casadas para aventuras donde aprovechaba de quitarles dinero sabiendo que ellas no querrían que su relación saliera a la luz.Muy poco antes del ataque la pareja intercambió una breve conversación con Aaron justo antes de que él se encontrara con ella en la caja, en su camino Nancy la detuvo para saludarla y al parecer le hizo un comentario porque Mariela se devolvió a buscar unas galletas, Ken revisó las imágenes y vio cuando Luciana dejó sólo una caja disponible que ella tomó y no pudo evitar abrir y sacar una que se comió mientras caminaba con un par de cosas extras en la canasta.Era claro que todo estaba planeado de tal manera que nunca se vio que le hicieran algo directamente, por eso er
De manera rápida Scott y Mariela salían de esa hermosa mansión que había sido el lugar perfecto para mantener alejados a sus pequeños, ahora junto esa familia que había formado y que protegía hasta con seguridad iba de vuelta a casa, aunque antes había una parada especial que nadie conocía. Llegaron a Yorktown, Mariela miraba extrañada el lugar, quería preguntar, pero en realidad no se atrevía, pensó que tal vez tenían que tomar un camino diferente o que los venían siguiendo y no se quería a decir nada para no asustar a los niños que estaban muy impresionados con las casas que veían en el camino, de pronto llegaron a la que podría ser sin dudas la más linda de todas, unos jardines hermosos y al fondo prácticamente una mansión casi tan grande como la de Jonathan y Amy. —¿Amor que hacemos aquí? —preguntó Mariela. —¿Te gusta este lugar? —Es hermoso, pero me puedes decir ¿qué hacemos aquí? Scott la miró sonriendo donde mostraba esas margaritas y simplemente dijo —Tal vez pueda ser nue
Mientras en otro lugar de la ciudad la señora Becker despertaba con un dolor de cabeza que apenas si aguantaba después de la noche anterior haberse tomado hasta casi el agua del florero, olvidando por completo su posición social, o lo que quedaba de ella, así que enojada hasta con su sombra comenzó a renegar por todo y más aún cuando recordaba las palabras de su ya, no tan amado profesor de tenis.Whitney por su lado también había amanecido literalmente tirada sobre un sofá de la habitación después de haber encontrado un par de pastillas en su cartera que la pusieron muy contenta por algunas horas y que le hicieron decir todo tipo de incoherencias, según ella esa noche hasta sintió que se había casado con Scott y que Aaron estaba también en la iglesia, incluso hasta en la luna de miel, cuando se levantó se tambaleaba por toda la habitación hasta que llegó al baño y se vio en el espejo, ahí comenzó a pelear con ella misma sin poder incluso reconocerse a primera vista.—¡Mami, mami! Ven
Último capítulo