Novia para un extraño
Yestin, con apenas veinte años, había llegado a un punto de quiebre. Su vida, en lugar de ser un florecimiento, era un jardín marchito bajo la constante sombra de su madre. La prostituta más cotizada del club nocturno donde viven ambas. Las palabras de su madre, eran más afiladas que cuchillos, y los silencios, más pesados que losas, habían sido su pan de cada día desde que podía recordar. Cada gesto, cada mirada, cada respiración de su progenitora venía cargada de desprecio, de juicios que la reducían a menos que nada. No había afecto, ni consuelo, solo una presión asfixiante que la ahogaba lentamente, robándole el aire, los sueños y la esperanza.
Un día, en medio de la desesperación que la consumía por estar a punto de vender su virtud al mejor postor y condenar toda su vida a ser una prostituta. Apareció una oferta inusual, casi fantasiosa: un matrimonio concertado. No por amor, ni por tradición. Convertirse en la novia de un hombre que no conoce. Alguien, un completo extraño llamado Castiel De la Rua, buscaba una esposa exprés por razones propias, quizá tan desesperadas como las de ella. Yestin no lo conocía para nada. Apenas y había cruzado una palabra con él y una integración en medio de la noche. Solo recordaban su olor a alcohol. Era un desconocido, un enigma, una figura sin contornos en el lienzo de su vida.
La lógica gritaba que era una locura, un salto al vacío sin red. Yestin ya no tenía nada que perder. La vida que llevaba no era vida; era una supervivencia miserable. La idea de un futuro con Castiel, por incierto que fuera, se presentó no como una elección, sino como la única salida posible. A cambio de darle un hijo barón. Así fuera lo último que hiciera…