Nos perdimos para encontrarnos
Noel Silva estaba a punto de casarse con su primer amor.
Raina Lara, que había estado a su lado durante siete años, no lloró ni hizo un escándalo. Incluso fue ella quien le organizó una boda por todo lo alto.
El mismo día de la ceremonia, Raina también se vistió de novia. En una calle engalanada, las caravanas de boda se cruzaron.
Al encontrarse, Noel alcanzó a escucharla decir con calma:
—Que seas feliz.
Él no lo soportó y corrió tras ella durante varias cuadras, hasta que la alcanzó. Con la voz quebrada por las lágrimas, le gritó:
—Raina, eres mía.
Pero en ese momento un hombre bajó del auto, la rodeó con los brazos y, mirándolo de frente, respondió:
—Si ella es tuya, entonces, ¿yo de quién soy?