Narrado por Karina
El teléfono vibró sobre la mesa de la sala.
No estaba esperando nada, pero aun así, algo dentro de mí supo que era él antes de mirar la pantalla.
No sé si fue un presentimiento o esa especie de sexto sentido que uno desarrolla cuando alguien se ha vuelto tan parte de tu vida que hasta el silencio tiene su voz.
La luz del celular me obligó a parpadear. Y ahí estaba el nombre de Teo.
No lo abrí de inmediato.
Me quedé mirándolo como si fuera un objeto peligroso, como si tocarlo pudiera abrir una herida nueva que ya no tendría dónde poner.
Mis manos estaban tibias bajo la manta, pero sentí un escalofrío que me recorrió la espalda.
El mensaje estaba ahí, esperando.
Al final, mis dedos se movieron por sí solos.
"Karina… lo siento. No tienes idea de cuánto me arrepiento de lo que te dije..."
Leí despacio, como si las palabras pesaran demasiado para pasarlas de corrido.
Sentí que su voz me hablaba desde cada línea. No la voz de antes, fría y afilada, sino esa voz baja que c