Mundo ficciónIniciar sesiónÁngel Roquefeller. Es el mismo demonio que se oculta detrás de su nombre, un hombre soberbio, arrogante, déspota que no siente simpatía por nada ni por nadie. Pero su rutinaria vida cambia, el día que decidió tomar para ahogar las penas. Esa misma noche, a Melany Hilton le tendieron una trampa, y terminó pasando la noche con Ángel, pues estaba segura que era su esposo. Fabricio Miller. Este hombre es el enemigo a muerte de Ángel y sin darse cuenta terminó en la cama con Melany, por desgracia el joven se enamoró y decide luchar por un amor prohibido, pues Melany está enamorada de su esposo. Pero ella lleva una vida agobiante y agonizante, incluso llega a atentar contra su vida por culpa de un supuesto amor. La obsesión: es un pecado que se paga caro. El amor: un sentimiento tan hermoso que para conseguirlo se tiene que luchar por el. La traición: es uno de los pecados que más se comete sin querer. Pero que por desgracia hacemos sufrir a muchos. La soberbia, la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, la envidia y la pereza. Los siete pecados capitales que encontraremos a lo largo de esta historia. Pero al final solo el amor podrá con todo.
Leer másÁngel, obsesión, amor y traición.
Volumen 1.
En una noche húmeda y cubierta por neblina y bruma, un joven salió ebrio de un club nocturno. Su auto se encontraba estacionado al otro lado de la carretera, y entre tambaleo y mareos, el joven caminó y buscó dentro de sus bolsillos las llaves del Ferrari, y justo cuando estaba por abrir la puerta del auto, una hermosa mujer lo sujetó del brazo y al voltearlo le dijo; —“Mi amor, estás aquí”. ¡Tengo frío, no me siento bien! Ángel se quedó atónito cuando la mujer lo besó; sin embargo, aquella jovencita se desvaneció en sus brazos. Al día siguiente, Ángel despertó y vio a la dama que dormía a su lado. En realidad ella se encontraba de espalda y por un momento quiso tocarla y voltearla, pero en cuanto vio que ella portaba una sortija de bodas, se abstuvo de hacerlo y huyó del lugar.—¿Qué hice? Se preguntó al sentarse tras el volante, una vez que se puso en marcha recordó un poco de lo acontecido la noche anterior.—La llevé a ese hotel y, cuando reaccionó, ella me besó y se desvistió. ¡Dios, esto es confuso! —Ok, fui débil, lo admito. Se cuestionaba el joven y continuó intentando recordar. —Me perdí en su exquisita piel blanca, su boca fue el comienzo de todo y sus besos ardientes bajaron por mi cuello. ¿Cómo negarme a ella? Si al tocar su entrepierna se estremeció toda y lanzó un gemido que me hizo perder la cordura, «oh, dulce mujer, tu cuerpo es mi templo». Un ángel necesita uno. Al recordar eso, el joven sonrió, la mujer había apagado la luz y, por más que quisiera, solamente recordaría lo que vi a través de sus siluetas.—Sus piernas dibujaban dos montañas, y me perdí en medio de ellas, probar su cuerpo, me hizo pensar en si ella es la indicada, quería más y más. Sádicos y exquisitos movimientos extendieron nuestra noche, una noche que parecía no acabar, entre más la hacía mía, más me suplicaba que no te dejará. En ese momento el joven estacionó a un lado de la carrera. Su mente era un torbellino de pensamientos y preguntas.
Pero, ¿era a mí que me lo estaba pidiendo? ¿Pensaba realmente en mí? ¿De verdad era a mí que se entregaba? ¿O deseaba que yo fuera otro hombre? No lo puedo creer, me dejé llevar por la lujuria y la pasión, puedo describir a la mujer perfecta, pero no lo haré, porque no sé quién es. Por más que el joven intentará no pensar, el olor de aquella mujer se quedó grabado en su mente. Después de un rato, sacudió la cabeza y con ironía se dijo. Mi nombre es Ángel Roquefeller. La verdad es que no sé por qué me dieron ese nombre, “no lo merezco”, no es lo que soy. Pero si de algo estoy seguro es de que puedo hacer lo que sea, si ella es el amor de mi vida, hasta me convertiría en su amante.— Yo, Ángel Roquefeller jugando a ser amante, qué ironía, un hombre como yo en esta posición. En ese momento, el joven decidió volver y de camino se decía. —No me importa quién sea su esposo, haré que se quite ese anillo. Se dijo decidido. Ángel ha probado mil veces el pecado carnal, pero es la primera vez que una mujer logra robarle el aliento. No obstante, al llegar a la habitación, Ángel no encontró a nadie. Las mucamas del hotel ya habían hecho la cama, y ninguna de ellas vio a la chica. —¡Señor, nosotras llegamos hace diez minutos, y no había nadie! ¡De pie en la entrada, Ángel apretó los _ puños y sacó su teléfono! El tono del teléfono repicó varias veces y cuando fue atendido, Ángel rugió como una bestia. —¡Nixon, ven aquí de inmediato, te quiero ya en el hotel Empire, necesito una orden para obtener las grabaciones de este lugar! —¡Como usted lo ordene su señoría! Del otro lado, Nixon se burló de su amigo, pero su osadía no le duró mucho. —¡Nixon, si no estás aquí en cinco minutos haré que quiten tu licencia de abogado, así perderás esa risita! Evidentemente, Ángel no está de humor como para aguantar las burlas de su amigo.*****
Dos meses después.
En la quinta de la familia Miller, todos se preparaban para festejar el primer aniversario de Melany y Fabricio. Melany tiene 23 años, cabello negro y ojos color miel, ese día ella llegó agotada, pues viajo desde la ciudad solamente para festejar su aniversario, en ese momento, la joven se encontraba en su alcoba y mientras se probaba el vestido que usaría esa noche, la madre de Fabricio entró sosteniendo una caja en sus manos.—¡Hija, te traje algo que creo que te puede ser muy útil para hoy! En ese momento, los ojos de Melany Hilton, se posaron sobre el obsequio y sonrió al preguntar. —“¿Eso es para mí?”, madre, en verdad te lo agradezco mucho. Micaela, la madre de Fabricio, sonrió por compromiso, y con sarcasmo e ironía contestó. ¡Quizás con esto sí logres excitar a mi hijo! Esas palabras iban llenas de veneno, e ironía. ¡Necesitamos pronto un heredero! Agregó Micaela, antes de sacar de la caja, un hermoso conjunto de lencería; era rojo intenso y, por lo visto, no dejaba nada a la imaginación. —“Te lo agradezco, muchas gracias, madre”. La humildad de Melanie era notoria, cualquier regalo o detalle lo aceptaba con gusto. —Suegra, le juro que lo usaré esta noche, espero darte pronto esa noticia que tanto quieres escuchar. Melany no logró percatarse de las malas intenciones de su suegra, y eso se debió a qué se tocó el vientre. Ella ya cargaba al tan esperado heredero, pero quería que Fabricio sea el primero en enterarse de la noticia.****
Lejos de los Miller, en la habitación de un hotel, una hermosa chica salió de la ducha envuelta en una toalla. —¡Mi vida, olvidé el vestido, me lo puedes pasar, por favor! De inmediato, Fabricio se levantó de la cama y agarró el vestido, luego sonrió con picardía. ¿Lo quieres? Entonces, ven y me lo quitas de las manos. —¡Eres insaciable! Contestó la joven, al dejar caer la toalla, luego envolvió sus brazos alrededor del cuello de Fabricio y le suplicó con dulzura. —¡Hazme tuya una vez más! Al morderse el labio con tal sensualidad, Fabricio volvió a caer en las garras de la provocadora mujer, y sus cuerpos se volvieron uno solo. —¿Dime qué tienes que no te puedo dejar? Le preguntó el hombre, mientras poseía a la joven. Desde que conoció a Susi, se volvió adicto a su cuerpo, la cogía una y otra vez y no saciaba su deseo.El hombre ofrecía resistencia, su orgullo no le permitía arrodillarse. Pero no estaba frente a cualquiera, estaba frente a Ángel Roquefeller, un joven al que la vida le enseñó a los golpes que no se puede tener compasión por nadie.—¡He dicho que te inques! —gritó Ángel, ejerciendo más presión sobre su agarre hasta doblarle el brazo hacia atrás—.—¡No eres el primer perro al que enfrento por golpear a una mujer! Créeme, ya sé cómo tratarlos.Hablaba de Fabricio, a quien también sometió cuando lo vio agredir a Melany.—Ay… me vas a quebrar el brazo… —se quejó el hombre entre dientes.—Eso depende de ti. —advirtió Ángel con frialdad—.—Perdón, Yeimy… por favor, discúlpame… —su voz ya no tenía la fuerza de antes.—No te escucho. Habla como hombre, como cuando le gritabas para hacerla sentir menos.—Ángel, ya es suficiente. —Yeimy estaba asustada; nunca lo había visto tan molesto.—Hermana, dime… ¿cuántas veces le pediste que se detuviera? ¿Que no te golpeara más?—Muchas… —respondió ella
—Es magnífico… —espetó uno de los tipos mientras estiraba la mano y levantaba el rostro de una de las chicas.Las pobres muchachas se escondían una tras otra. Sus rostros sucios reflejaban la desesperación, clamaban por ayuda. Evidentemente, sabían que serían negociadas. El miedo se dibujaba en sus miradas; temblaban ante la incertidumbre.—Me gusta ella… ya tengo al cliente que pagará mucho por tenerla. —El tipo era un proxeneta. Sabía que ella elevaría aún más su negocio.A un lado, Fabri sonrió y saboreó el olor del dinero. Era lo único que le importaba. No le interesaba el hecho de que, por cada una de esas jóvenes, había familias sufriendo.—Todas son muy buenas y lindas, un excelente botín. Hagamos el negocio y salgamos de aquí. Se las pueden llevar cuando cerremos el trato.Fabricio tenía prisa… ¿O sería que el miedo a caer por sus crímenes lo estaba alcanzando?—Bien, bien, subamos para acabar con esto —respondió otro de los hampones.La trata de blancas, el negocio que había
La trabajadora social ya estaba allí.—Me da miedo perder a Luis… —dijo Ángel—. Esa maldita de Marta…El joven culpaba a la madre de Sofía, mientras que Melany sintió una punzada en el pecho.Él estará bien. Luis es inteligente, nunca dirá nada que nos perjudique. De eso estoy segura.Melany lo abrazó y lo apoyó, mientras que, adentro, Alicia se sentó frente al niño y le ofreció un lápiz junto con una hoja en blanco.—Puedes dibujar a tu familia mientras te hago unas preguntas —le indicó con una sonrisa profesional.Por su cargo, había estudiado psicología, y ahora lo estaba poniendo en práctica.Luis se acercó a una mesa. No dijo nada, pero estaba atento a todo.—¿Te gusta vivir con tu tío? —fue la primera pregunta, luego de presentarse.—¡Por supuesto! Mi tío me consiente mucho. Además, me lleva de paseo.—¿Pasa tiempo contigo? —La señora anotaba todo cuidadosamente.—¡Sí! A veces trabaja mucho, pero es entendible, es un exitoso hombre de negocios… y eso que es muy joven.Al decir e
En ese momento, Ángel extendió su mano y sostuvo con delicadeza los dedos de su amada. —Mi vida, no importa lo que hagas… si lo haces con amor, es suficiente para mí. Aunque lo dulce te quede salado, lo comeré, porque lo hicieron tus manos. —Ángel… —la chica inclinó la cabeza y respondió con dulzura—. ¡Me esforzaré por ti! Para no acabar contigo por el estómago. Ángel creyó que estaba bromeando, pero ya había comprobado que no era así. —¡Melany querida! Sé que puedes con eso. Me has demostrado que eres capaz de hacer cualquier cosa que te propongas —Ángel recordó lo mucho que ella lo había sorprendido. Esa noche, él no comentó nada sobre Sully, mucho menos lo que ella le había dicho: que su hija sigue con vida. Además, Raúl no encontró nada, y hasta que la mujer no aparezca, no podrá salir de esa duda. Por eso no se tragó el cuento del secuestro; piensa que Sully se esconde de él. Ambos comían en silencio, con mucho en qué pensar. —Ángel… —Melany titubeó. Luego dijo—: Me sient
De vuelta en el hospital, Melany reclinó la cabeza sobre el pecho de Ángel, aferrándose con fuerza a su amado. —¡Ángel, tengo miedo de ese hombre! —exclamó con voz temblorosa—. Fabricio no me dio buena espina... él quería hacer algo, lo conozco muy bien. Quizás sí logró presentir las verdaderas intenciones de su esposo. Al sentirla temblar, Ángel inclinó la cabeza y le besó con suavidad la mejilla. —¡Miller no puede hacerte daño! Estás conmigo. A mi lado no tienes por qué sentir temor —le aseguró. Pero Ángel no es Dios, y aunque su nombre infunda respeto, no lo hace omnipotente. Si desea mantener a salvo a la joven, deberá estar muy alerta, pues Fabricio ha ganado más poder: lo ha logrado entregando a las mujeres que escondía en una bodega vieja. Ambos se encontraban frente a la cama del pequeño Luis, vigilando cada movimiento. El tiempo parecía no avanzar, lo único que sí pasaba eran los pensamientos de Ángel: no dejaba de pensar en su hermano Gustavo. Se preguntaba por qué su
A un lado de ellos, Yeimy sonrió.—Te dije que Luis nunca olvida algo. ¿Crees que ese recibimiento fue para ti? Pues no, mi licenciado. Ese niño espera el autógrafo.—¡Bien, bien! —Luciano tuvo que sacar el obsequio para el niño: una camiseta de la selección de Argentina, firmada por todos los jugadores. Pero la más grande y destacada era la firma de su ídolo, el gran crack del fútbol.—¡Oh, por Dios! —los ojos del niño se iluminaron como dos luceros—. Señor abogado, ¡estas son las mejores firmas que has conseguido! Voy a enmarcar esta camiseta y la colgaré en mi habitación. Tiene el autógrafo de todos, ¡en especial el de Messi!La alegría del niño era evidente, mientras que el abogado se puso de pie y sostuvo la mano de Yeimy. Luciano no imaginaba que lograría distraer al pequeño.Ángel, se veía furioso. Le susurró a su amada.En ese momento, Yeimy parecía ausente. Estaba sentada frente al computador de Ángel, y no podía creer lo que había visto.—¡Esto no puede ser! Nunca pensé que
Último capítulo