Corazón de madre.
En ese momento, Ángel extendió su mano y sostuvo con delicadeza los dedos de su amada.
—Mi vida, no importa lo que hagas… si lo haces con amor, es suficiente para mí. Aunque lo dulce te quede salado, lo comeré, porque lo hicieron tus manos.
—Ángel… —la chica inclinó la cabeza y respondió con dulzura—. ¡Me esforzaré por ti! Para no acabar contigo por el estómago.
Ángel creyó que estaba bromeando, pero ya había comprobado que no era así.
—¡Melany querida! Sé que puedes con eso. Me has demostrado que eres capaz de hacer cualquier cosa que te propongas —Ángel recordó lo mucho que ella lo había sorprendido.
Esa noche, él no comentó nada sobre Sully, mucho menos lo que ella le había dicho: que su hija sigue con vida. Además, Raúl no encontró nada, y hasta que la mujer no aparezca, no podrá salir de esa duda.
Por eso no se tragó el cuento del secuestro; piensa que Sully se esconde de él.
Ambos comían en silencio, con mucho en qué pensar.
—Ángel… —Melany titubeó. Luego dijo—: Me sient