Lena Sparks es una respetada abogada de 35 años en Nueva York, tiene todo lo siempre deseó e incluso más, tan sólo hay una cosa aún no ha podido alcanzar, pero no es una de sus prioridades, en lo absoluto. Ares Khol es un chico normal, bueno... no es tan normal como parece, en realidad. Tiene 24 años, y está a punto de terminar el máster pondrá fin a sus estudios. Tiene grandes ambiciones en la vida, y muchas ganas de lograr sus metas. Ambos se conocen en una fiesta, dos personas jamás se habrían fijado el uno en el otro, de no ser por el y las circunstancias, terminan pasando la noche juntos. ¡Dios! Ella es la primera mujer a la no le asusta el tamaño de su robusto amigo... ¡Oh Díos Mío! Él es como un Dios Griego en el . *ESCENAS SEXUALES +18 no apto para todo los públicos. --- Obra registrada a mi nombre, poseo la licencia de la autoría de la misma. Por tanto cualquier adaptación o plagio de la misma será penalizado con la ley.
Leer másPRÓLOGO.
En aquella calurosa noche, víspera del día de la independencia, a altas horas de la noche, en Nueva York, en la suite residencial del Four Season, un constante repiqueo se escuchaba, seguida por una respiración calmada, allí me encontraba, redactando el informe del siguiente caso que tenía entre manos.
Ahí dónde me veis era una de las mejores abogadas de todo el país, no había más que ver el lugar en el que me encontraba, la ropa que vestía y los caprichos que me daba, para darse cuenta de que las cosas me habían ido bien en la vida.
Aun así... a pesar de tenerlo todo, aún no había encontrado a alguien con quien compartir mi vida, pero eso no me preocupaba, en lo absoluto, pues mi adicción al trabajo no me dejaba tiempo para pensar en nada más.
El sonido del teléfono, que se hallaba sobre la mesa, me hizo salir de mis pensamientos. Dejé de prestar atención a mi trabajo y miré hacia este, percatándome de que casi eran las diez y media, y llegaba tarde a la inauguración de la galería de Paul.
¡Dios! Peter iba a matarme.
Escribí un mensaje rápido, pues no quería que pensase que había vuelto a darle plantón.
"Se me ha hecho tarde con un caso, me ducho y en seguida estoy ahí. Discúlpame con Paul"
Cerré la solapa del ordenador, me di una ducha rápida, me maquillé y me puse el vestido plateado, era el que mejor me quedaba, para luego ordenar a mi chófer personal que me llevase a la galería.
Sonreí, dichosa de encontrarme en aquel lugar, con una copa de champagne en mano, saludando al responsable de aquello con una sonrisa, mientras este hablaba sobre sus obras con algunos patrocinadores. Él era bueno, el arte abstracto era bestial, y representaba los sentimientos en ello de forma sublime. Peter tenía suerte de haber encontrado un diamante en bruto como él.
Ese tipo de eventos siempre me daba sueño. O quizás fuese lo poco que había dormido durante las últimas semanas, debido a las toneladas de trabajo que mi jefe ponía sobre mis hombros, el caso es que estaba empezando a aburrirme.
- Lena Sparks – llamó Pit, justo detrás de mí, haciendo que me girase levemente para observarle – estás que echas chispas – bromeó, como de costumbre, refiriéndose por supuesto a mi apellido - ¿Por qué eres la única compañera de la oficina que viene a estos eventos?
- Quizás porque soy la única que te sigue el juego – me quejé, con una sonrisa pilla, haciéndole reír – Pero si se lo dices a alguien más... te mataré.
- Señorita Sparks, una abogada respetuosa como usted no debería decir esas cosas – bromeó, haciéndome reír – Oh, Paul reclama mi presencia – añadió, al darse cuenta de que su novio le miraba haciéndole una señal con la mano para que se acercase – seguro que quiere presentarme a aquellos peces gordos de allí.
- Disfruta – le dije, para luego darme una vuelta por el local, mientras pensaba en el pasado, en mis inicios.
Cuando abandoné mi hogar en Wisconsis, dejando atrás a una familia humilde, y mi deprimente vida para irme a estudiar Derecho a una de las más prestigiosas universidades de Nueva York, jamás pensé que terminaría haciendo las prácticas en "Lawrence and Associates" y que terminaría convirtiéndome en una de las mejores en mi gremio. No había un caso que se me resistiese, por eso mi sueldo era tan alto, y tenía tan buenos incentivos.
Se me acercaron un montón de babosos a lo largo de la velada, pero los ignoré a todos, y bebí más de la cuenta, tengo que admitir. El champagne siempre termina subiéndoseme a la cabeza si abuso de él, y termino dejando de lado a la responsable y seria Lena Spark, volviendo a convertirme en la alocada Helena Spark, una chica de las afueras.
Salí a la terraza, sintiendo la agradable brisa veraniega de la ciudad en mi rostro, observando las maravillosas vistas, central park estaba hermoso desde allí. Dejé la copa sobre el bordillo, acercándome a la barandilla, para verlo un poco mejor.
La puerta corredera se abrió, estrepitosamente, y un tipo empujó a otro al exterior, sin tan siquiera reparar en mí, agarrándole de las solapas de la camisa, para luego atraerle hasta él, de malas formas.
- Vuelve a intentarlo de nuevo y estás muerta Khol, ¿me has entendido? – le dijo, para luego soltarle de malas maneras, reparando entonces en mí. Se marchó justo después de eso, mientras el chico se colocaba bien el traje, dándose la vuelta, mientras yo volvía a poner mi atención en el maravilloso paisaje que nos rodeaba.
Se colocó junto a mí, a unos dos metros, apoyando las manos en la barandilla, observando lo mismo que yo, recuperando el aliento, mientras yo agarraba la copa de champagne y me la terminaba, dándome la vuelta, con la intención de volver a dentro a por otra.
- Lena – me llamó Pitt, al verme entrar, mientras ese chico olvidaba las ganas de hablarme y se marcha hacia uno de los camareros que servían champagne, para coger una copa - ¿dónde te habías metido? Te estaba buscando, Paul dice que ni siquiera le has saludado.
- Esta noche es su noche – reconocí – así que déjale que disfrute, ya tendremos tiempo de saludarnos mañana en el desfile, ¿no?
- Tienes razón – aseguró, para luego hacerle un guiño cariñoso a su novio - ¿no crees que está guapísimo con ese traje?
- Sí, está guapísimo – contesté, para luego levantar en alto mi copa – voy a por un poco más de champagne.
- Yo voy al baño, la comida tailandesa de la cena me ha revuelto el estómago – se quejaba – o quizás son los nervios – me encogí de hombros, agarré una nueva copa de champagne, y volví a detenerme frente a Black Horror, era un feo cuadro con manchurrones negros y pequeños óvulos amarillos, que representaban los ojos de miles de curiosos. El artista había querido representar la curiosidad de la humanidad ante los secretos. Todo el mundo quiere descubrir los secretos de los demás, y están ahí, en primera fila para descubrirlos. En realidad... era como una especie de sátira a la sociedad cotilla en la que vivíamos.
- ¿No te parece una mierda? – preguntó una voz, justo detrás de mí, con su copa en la mano, señalando hacia el cuadro. No necesité girarme, sabía exactamente quién era. Era ese chico joven de hace un momento, el de la terraza. Me sentía terriblemente mayor cuando hablaba con chicos más jóvenes, no sé si os ha pasado alguna vez – Parece que el artista estaba enfadado con el cuadro y se puso a darle golpes con la brocha – me reí ante su analogía, no pude evitarlo, pero me tapé la boca, callándome de golpe, en cuanto me di cuenta de que estaba hablando mal de un amigo – Soy...
- El artista es amigo mío – le corté, de golpe, haciendo que se muriese de vergüenza, soltando un simple "Ah", algo desubicado. Aquello me hizo incluso más gracia, pero no me reí, me parecía algo feo por mi parte.
- No lo sabía – dijo al fin, mientras yo me giraba, dejando de prestar atención al cuadro, para detenerme frente a la escultura sin cabeza. Tragó saliva, siguiendo mis pasos, secándose las manos sudadas en la chaqueta del traje – Soy Ares Khol, ¿y tú? – me giré, completamente, al escuchar su nombre – Mi madre era una fanática de los dioses griegos – se quejó. Sonreí, para luego volver a prestar atención a la escultura - ¿y tú? – insistió - ¿Cómo te llamas?
- No estoy interesada – le corté, antes de que hubiese dicho nada más, para luego abandonar ese lugar, y marcharme al otro lado, admirando "Watches" una obra repleta de ojos y diferentes números, que representaba los puntos de vista dispares de los seres humanos sobre un mismo asunto.
Eché una leve ojeada a la galería, estaba cansada y me estaba cayendo de sueño, vislumbré a Pit junto a Paul, hablando discretamente, junto al ventanal que daba a la terraza. Caminé hacia ellos, a paso decidido.
- ¿Ya te vas? – preguntó Paul, al verme. Me conocía demasiado bien – Ni siquiera me saludas y ya estás pensando en irte.
- Esta es tu noche – me quejé – disfrútala, y mañana nos vemos en el desfile – prometí, él asintió, me dio un pequeño apretón de manos para cerrar el trato y me dejó marchar, mientras mi compañero me daba un leve golpe en el hombro.
Me despedí de ellos, echándoles una última mirada, para luego caminar hacia la salida. Me detuve junto a los ascensores. Pulsando el botón, girándome al escuchar unos pasos llegar a mí. Era ese tipo. ¿Por qué no se rendía nunca? ¿No le había quedado claro aún?
Para mi sorpresa no dijo nada, ni siquiera cuando subimos al ascensor, ni cuando salimos de él al llegar a la planta de abajo, aunque eso no quiere decir que no fuese incómodo.
Busqué mi coche, de un lado a otro de la calle, pero por más que lo hacía, no podía encontrarlo. ¿Dónde se habría metido ese estúpido?
Ese tipo se encendió un cigarro, mientras esperaba a mi lado. ¿A qué estaba esperando?
Saqué el teléfono, más que dispuesta a llamar a mi chófer, dándome cuenta de que eran casi las tres de la mañana. ¡Maldición! ¿En qué momento había pasado tanto tiempo?
¡Oh!
Acababa de comprender la razón por la que mi coche no estaba allí, tenía contratado sus servicios sólo hasta la una de la mañana.
¡Maldita sea!
Una limusina se detuvo frente a él, haciendo que tirase el cigarro al suelo, y agarrase la puerta de atrás, abriéndola, para luego mirar hacia mí.
- ¿Quiere que la acerque a algún lado, señorita "No estoy interesada"? – preguntó, haciéndome sonreír, internamente. Porque estaba claro que no iba a darle el gusto a ese estúpido.
- No hace falta – le corté – llamaré un taxi.
- ¿Un taxi? – insistió, divertido – ¿en la víspera del día de la independencia? – Le miré con cara de malas pulgas, mientras él sonreía.
¡Diablos! ¡Tenía razón!
Y fin.
¿Qué les ha parecido esta primera parte?
Dejenme comentarios y así puedo saber si les gustó o no, plisss :D
Estaba agradecida de que fuese sábado, porque no quería hacer nada más que mirarle, mientras él me contaba lo entusiasmado que estaba con su negocio, era un verdadero gozo oírle hablar así.- ¿Me estás oyendo? – preguntó, de pronto, haciéndome sonreír. Levanté la mano, apoyando el codo sobre el suelo, para luego sujetarme la cabeza con ella. Dirigí entonces, mi mano libre a su barbilla, y la acaricié.- ¿Sabes lo preciosa que es tu boca cuando hablas? – sonrió, divertido, guiñándome un ojo, para luego besar mi mano. Acaricié sus labios – y lo mejor es que estos labios son míos – rompió a reír, al escuchar aquello.- ¿Cuándo vuelve Will de su viaje? – quiso saber. Perdí la sonrisa en ese justo instante. Bajé la mano y me mordí el labio, nerviosa – si necesitas que esté contigo o ...- Quiero hacerlo yo – le contradije – cuando vuelva, el miércoles, se lo contaré.- Le contarás que estás con el chico de veinticuatro años más sexy de toda la ciudad, ¿no?El timbre de la puerta sonó, hacié
Le miré varias veces, desde la barra, justo cuando la tal Pisci le agarraba de la cintura, acercándose demasiado, él lució, despreocupado.- No me gusta la forma en la que ella te mira – susurró, haciendo que él se fijase en mí. Sonreí, bajando la mirada un momento.- ¿Cómo me mira? – quiso saber.- ¿Cómo si fueses de su propiedad? – contestó ella. Sonrió, divertido, justo cuando llegaba hasta ellos, siempre dejando distancias para no inmiscuirme demasiado.- ¿En serio? Lena – me llamó, justo cuando hube llegado hasta ellos, con mi copa en la mano, haciendo que los demás pusiesen sus ojos en mí, me incomodaba, terriblemente – Pisci dice que me miras como si fuese tuyo – sonreí, al darme cuenta de lo que pretendía - ¿es cierto?- Sí – contesté, haciéndole reír. Nadie entendía nada, excepto nosotros. La lluvia de nieve comenzó a caer sobre nosotros, tenían fiesta de la espuma, y parecía que estaba nevando, literal. Levanté la mano, sintiendo como los copos caían sobre nosotros. Eran copo
Bueno... he pensado que como quedan ya tres capítulos para que termine... los voy a subir ya todos del tirón y ya terminamos con la espera, además también teniendo en cuenta que mañana w*****d estará cerrado por unas horas.Les subo otro capítulo.Acababa de cenar un delicioso queso con uvas, con mi copa de vino, justo iba a echarme otra, cuando mi teléfono comenzó a vibrar. Tenía un nuevo mensaje.---Will:Preciosa, ¿cómo ha ido tu día? Siento haber estado desaparecido, tuvimos reuniones durante todo el día. Mañana me iré a Canadá, a ese viaje de negocios del que te hablé. Espero volver a verte cuando vuelva.Yo:Por supuesto que nos veremos. Pásalo bien, y disfruta.---Una ventana emergente apareció de pronto, tapando la conversación anterior.---Ares:Siento lo de hoy, siento que hayas pensado que quería usarte... Nunca te he usado, eso era lo que quería decirte... pero termino pensando en miles de otras cosas que me gustaría poder decirte, cosas que al final terminaré callándome
Aquel día tenía una resaca del demonio, aun así, me marché a trabajar, tenía un caso de corrupción que investigar en la oficina. A pesar de eso, no pude dejar de abrir la boca, estaba cansadísima, apenas dormí nada la noche anterior.A la hora del tentempié me tomé varios cafés, ni siquiera pude tomarlos con Peter, pues él estaba reunido con Charles. Tan sólo esperaba que no fuese nada grave.Subía en el ascensor hacia mi planta, mientras chequeaba los mensajes, tenía uno de Will.---Will:Siento lo de anoche, me comporté como un capullo. Sólo quiero que sigamos como hasta ahora, conociéndonos, sin ponerle etiquetas.---Comencé a responderle, de camino a la oficina, levantando la vista antes de haber enviado el mensaje, encontrando allí a Ares, apoyando en la pared, ladeando la cabeza para mirarme, haciendo que dejase caer las manos, totalmente sorprendida de verle allí.Me lamí los labios, nerviosa, sin atreverme a dar un paso más, mientras él apretaba los puños, molesto, al mismo t
Tumbada en la cama, aún en ropa interior, sin querer vestirme, escuchaba la voz de Will, a lo lejos, hablando por teléfono, mientras yo chequeaba mi teléfono, tenía algunas llamadas perdidas de Pit, y algunos mensajes de Charles.Charles:"No te olvides de la fiesta de esta noche, en el bufete. No hagas planes con el bueno de Will, y tráelo de una vez para que lo conozcamos. Así Victoria dejará de molestarme con que hay algo sospechoso en nuestra relación"Las cosas habían cambiado demasiado en poco tiempo, tengo que admitir. Para empezar Marks había dimitido, después de hacer algo que molestó mucho a nuestro jefe, lo cual nunca me enteré que fue. Khol había vuelto al bufete, de hecho, esa era la razón de la fiesta de esa noche.Habían pasado tres meses, y yo seguía huyendo de los sentimientos, evitando pensar en aquel que me hacía daño, sin querer empezar nada nuevo con nadie, a pesar de lo mucho que Will insistía porque fuésemos mucho más. Yo aún no estaba preparada para empezar una
Estaba en mi cama, dando vueltas en ella, sin poder conciliar el sueño, no podía dejar de pensar en él. Estaba en su cama, con él mirándome, esos hermosos ojos azules que me tenían tan tremendamente cautivada, sonriéndome, mientras yo acariciaba su cabello. Mis lágrimas seguían saliendo, sin que pudiese hacer nada por detenerlas, ante la terrible realidad que me golpeaba. Él ya no era mío, nunca lo había sido, y nunca lo sería de nuevo. Dolía, dolía muchísimo. No podía aceptar la idea de no poder volver a despertar a su lado, con esa mirada sobre la mía, con esa sonrisa, con su risa, ese guiñe de ojo que me volvía loca, sus caricias, su mano entrelazada a la mía. Un sonido en la puerta me hizo limpiar mis lágrimas con rapidez, y poner atención a lo que ocurría. - Nena – me llamó mi madre. Me hice la dormida – ¿ya estás en casa? – insistió – Me tenías preocupada... - entró en la estancia, observando el vestido sobre la silla - ¿qué ha pasado? – se sentó sobre la cama, y apoyó su m
Último capítulo