Capítulo 8 – El señor veintitrés centímetros.
Nos dimos una ducha a las ocho de la mañana, justo cuando estábamos exhaustos de tanto sexo, por separado. Me puse el camisón, justo en el momento en el que él salía de la ducha, secándose la cabeza con la toalla, llegando hasta mí.

La forma en la que me miró me encendió completamente. Ese hombre me volvía loca, no sabéis hasta qué punto.

Se dio la vuelta, se colocó los calzoncillos, los pantalones, los calcetines, y justo se anudaba los zapatos, sentado en la cama, cuando yo llegué hasta él, le agarré del pelo y le besé, con desesperación, pero para mi sorpresa, él me detuvo.

- Tengo que irme – me cortó. Me eché un poco hacia atrás, observándole, seguía colocándose los zapatos, sin tan siquiera mirarme – tengo cosas que hacer, Lena.

- ¿Qué cosas? – me quejé, odiaba que después del sexo se fuese de esa manera, como si aquello sólo fuese... ¿Qué esperaba? Aquello sólo era sexo. Justo era lo que buscaba en él, entonces... ¿por qué me decepcionaba con aquello?

Se puso en pie, divertido, m
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