—Bien. Yendo al grano… —Y sostuvo la mirada de Daisy, pronunciando cada palabra con total claridad—. Mi condición es sencilla: quiero que seas mi novia.
—¿Disculpa…? —Daisy frunció el ceño, convencida de que había oído mal. Creía que él iba tras su vida, pero… ¿esto?
—Si aceptas, desharé inmediatamente la hipnosis de Blanca y prometo no volver a tocarla. Ni un solo cabello suyo.
—¿Tú…? —comenzó a replicar Daisy, pero Y la interrumpió:
—No te apresures. Tienes tres días para pensarlo.
No parecía estar bromeando. Sin embargo, para Daisy resultaba un planteamiento absurdo. ¿Cómo se le ocurría?
—¿Un truco más? —soltó con una mueca irónica—. ¿Cuál es el plan? ¿Que me enamore de ti y luego patearme para rematar mi cuerpo y mi corazón? ¿A quién se le ocurrió semejante basura, a ti o a tu misterioso «patrón»?
La sonrisa de Daisy se volvió aún más sarcástica.
—Lamento desilusionarte, pero con esa cara… Javier y yo no seríamos hermanos de sangre, pero siempre lo consideré como a mi propio herman