Y al parecer, muy bien.
Desde niño, Fernando y él habían sido entrenados en diferentes disciplinas de combate; rara vez alguien les hacía frente con tanta facilidad. Sin embargo, él acababa de intercambiar más de veinte golpes con Daisy y no pudo sacarle ventaja. «Eso significa que su habilidad sobrepasa la mía», pensó, agudizando la mirada.
—¿Quién eres en realidad?
Daisy le lanzó una mirada fugaz y contestó con desdén:
—Soy la exesposa de Fernando, presidenta del Grupo De Jesús, ahijada de don Erik de la familia Ortega. ¿Te basta con eso?
—Daisy, sabes muy bien que no me refiero a eso —repuso Eliot, entornando sus ojos negros—. Pasaste tres años al lado de Fernando fingiendo… ¿cuál es tu verdadero objetivo?
A Daisy le parecía un desperdicio de tiempo entrar en detalles, así que respondió con total descaro:
—Obvio, por dinero.
Eliot se quedó helado. «¿De verdad lo admite así, sin más?» ¿No temía que él fuera corriendo a decírselo a Fernando? Pero Daisy parecía leerle la mente y le lan