(Narración en tercera persona)
El trayecto hasta el hospital prestigioso en el que Lion está subscrito, fue un viaje a través de un infierno de silencio y terror. Dentro de la ambulancia, el zumbido monótono del monitor cardíaco se entrelazaba con la respiración artificial de Lion, creando una banda sonora macabra que martilleaba los sentidos de Olivia. Ella no soltaba su mano, fría e inerte, apretándola entre las suyas como si a través de ese único contacto pudiera infundirle parte de su propia vida, de su feroz voluntad de que él viviera. Cada bache en la carretera le hacía contener el aliento, temerosa de que ese vaivén quebrara el tenue hilo que lo mantenía con ellos. La mancha de sangre en su ropa se había secado, formando una costra oscura y cruenta que le recordaba a cada momento la imagen de él desplomándose y el sonido del bisturí al hundirse en su carne.
—Aguanta, Lion. —Murmuraba una y otra vez, acercando los labios a su oído, ignorando a los paramédicos que trabajaban con