(Narración en tercera persona)
El aire en la habitación se espesó, cargado con el peso de las palabras no dichas y el fantasma de la verdad que se cernía sobre ellos. El bip… bip… bip… del monitor pareció acelerarse, como si fuera un eco fiel del corazón de Olivia, que martilleaba contra sus costillas con una fuerza que casi le dolía.
La respuesta inicial de Lion, esa evasiva orgullosa y tan él
—¿Cómo no ibas a gustarme? —Había sido como una brasa ardiendo sobre su piel ya sensible.
Le había quemado, sí, pero no con la claridad que ella necesitaba desesperadamente. No podía conformarse con otra media verdad, con otro gesto de posesividad que no nombrara el sentimiento que lo impulsaba.
—No. —Respondió Olivia, su voz sonó firme y desafiante, a pesar de las lágrimas que aún brillaban en sus mejillas. —No esta vez, Lion. Tú sabes exactamente lo que te pregunto. No me des vueltas. —Su mirada se clavó en la de él, buscando en la profundidad de esos ojos grises celestinos, nublados por el do