El aire en la caverna seguía siendo frío, pero la calidad del silencio había cambiado. Ya no era la quietud de una tumba sellada, sino la calma tensa que sigue a una revelación monumental. La palabra "LIBERADA" seguía brillando en la pantalla espejada, un faro en la penumbra azulada.
Lion no podía apartar la vista de los planos que Samuel proyectaba ahora en una de las grandes pantallas de la pared. Veía la grandiosa visión de su padre, las calles arboladas, los sistemas de transporte eficientes, los espacios verdes integrados... y luego, los garabatos digitales rojos que señalaban, con precisión quirúrgica, cómo todo podría ser reducido a escombros. Era la mente de Silas Winchester en su estado más puro y contradictorio: un arquitecto y un demoledor encerrados en la misma conciencia.
—No sabía —murmuró Lion, su voz áspera por la emoción contenida—. Nunca... nunca lo mostró. Solo veíamos al tirano, al hombre que quebrantaba las reglas. Pero esto... esto es una obsesión de otra magnitu