El aire dentro del túnel era frío y pesado, cargado con el olor metálico de la maquinaria en reposo y la humedad de la tierra. La luz azulada, que parecía emanar de tiras de LED incrustadas en las paredes de roca tallada, creaba una penumbra fantasmagórica. El zumbido que habían oído era un sistema de ventilación antiguo pero aún operativo, la única señal de vida en aquella tumba tecnológica.
Avanzaron con cautela, Lion a la cabeza con una linterna potente, Olivia pegada a él, y Gabriel y Samuel cerrando la marcha. El túnel descendía en una suave pendiente, tan amplio que podrían haber circulado dos vehículos en paralelo. Las paredes pasaron de ser roca natural a hormigón liso y reforzado.
—La escala es... desproporcionada —murmuró Samuel, su voz amplificada por el eco—. Los costos de esta excavación deben haber sido astronómicos. Silas desvió más recursos de los que calculé.
Después de lo que pareció una eternidad, el túnel desembocó en una caverna inconcebible. No era una cueva natu