La paz que siguió a la demolición del "Edificio Aurora" fue frágil pero dulce. Durante semanas, la mansión Winchester se sumió en una rutina que, por primera vez, se sentía auténtica. Los planes para el parque progresaban, con Olivia sumergida en catálogos de plantas y diseños de áreas de juego, su violín encontrando de nuevo una voz alegre y despreocupada. Lion, aunque aún lidiando con las secuelas financieras, había aprendido a delegar, a confiar en su equipo y, lo más importante, a soltar las riendas del control obsesivo sobre Olivia. La lección había sido dolorosa, pero la cicatriz que les quedó era fuerte.
El "frijolito" crecía, y con él, la curva suave del vientre de Olivia. Las náuseas habían remitido, reemplazadas por una energía serena y una conexión profunda con la vida que florecía dentro de ella. Fue en medio de esta aparente calma que la sombra, una sombra diferente a cualquier otra que hubieran enfrentado, se materializó.
No llegó con amenazas o intrusiones violentas. Ll