El estudio de la mansión Winchester era un santuario de paz. Olivia, con un suéter suave sobre sus hombros, seguía las indicaciones de una aplicación prenatal en su tableta, con una pequeña y serena carita sonriente en la pantalla confirmando que su meditación diaria había sido un éxito. Lion, en su escritorio, firmaba documentos con una mano mientras que con la otra sostenía distraídamente una ecografía, con su pulgar acariciando la imagen borrosa del "frijolito", como Olivia lo llamaba cariñosamente.
La paz se hizo añicos cuando Andrés apareció en la puerta, con su rostro usualmente impasible estaba tenso.
—Señor. Señora. —Anunció con voz grave. —Sus padres están aquí. Los Hale.
Olivia dejó caer la tableta sobre el regazo. El emoji feliz de la pantalla le pareció de repente una burla grotesca.
—¿Qué? ¿Quién les dio permiso para entrar?
—Llegaron sin anunciarse. —Explicó Andrés. —E insisten. Traen... regalos.
Lion dejó su pluma lentamente. Sus ojos, que un momento antes reflejaban la